El Procurador General, Jean Alain Rodríguez, dijo que respeta la decisión del juez Francisco Ortega Polanco, quien modificó las medidas de coerción dictadas a los últimos apresados por los sobornos de Odebrecht, Ángel Rondón y Víctor Díaz Rúa. Pero entre las frases “respetables” expresadas por el titular del Ministerio Publico figuran la de “sentencia funesta y sospechosa”, “crónica de una muerte anunciada” y, al mejor estilo de un demagogo opositor, “llamó al pueblo a permanecer atento y vigilante ante las actuaciones de los jueces”.
Lo interesante es que el procurador se había despachado en desmesurados elogios hacia el juez especial designado por la Suprema Corte, Ortega Polanco, cuando este envió a la cárcel, el 7 de junio retropróximo, a diez de los catorce imputados del sonado caso. Pero debido a que el magistrado revisó tales decisiones, dos por razones humanitarias, y las restantes porque no existe peligro de fuga, Alain Rodríguez ha pegado el grito al cielo afectando la dignidad y reputación del juez Ortega. En una palabra, cuando la sentencia conviene a su interés la enaltece, cuando le contradice sencillamente la desacredita.
Al parecer, el procurador desconoce que la integridad plena del Poder Judicial empieza cuando los funcionarios judiciales respetan las decisiones adoptadas por los actores del sistema de justicia, que son los jueces de las distintas instancias y los fiscales. En ninguna nación organizada se aprecia a un fiscal criticando públicamente la decisión soberana de un juez, pues esa actitud beligerante impide la sana administración de justicia.
Finalmente, Alain Rodríguez dijo que las cárceles están llenas de acusados por delitos menos graves a quienes les niegan fianza para que conozcan libres sus procesos. Yo pregunto: ¿Están ahí sin la anuencia de los fiscales? El procurador debe respeto a los jueces.