La insatisfacción de un sector del pueblo dominicano, que debería recibir mejores resultados sociales del sistema de partidos y los ejercicios de poder, se traduce en menor tasa de apoyo al juego democrático que era de 50% antes del año 2023 y ahora es de 48% mientras crece la aceptación del autoritarismo de un 13% a un 21%, de acuerdo a un estudio del Latinobarómetro, entidad acreditada en la medición de opiniones a nivel regional.
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Una declinación de confianza en el disfrute de libertades que guarda estrecha relación con las expectativas que generan discursos para atraer ciudadanos a las elecciones que por lo regular superan las posibilidades materiales de cumplimiento o que aun siendo posibles requerirían reformas estructurales prometidas que luego quedan en el tintero, cuatrienio por cuatrienio, caracterizados por una alternabilidad que tiene a la sociedad denunciando los mismos padecimientos.
La peor parte de desaprobación que el estudio comprobó recae sobre las organizaciones que en América Latina se amparan en la democracia para beneficiarse políticamente y que en consecuencia es vista con frustración al punto de que en ningún país los habitantes que creen que los partidos «funcionan bien» constituyen mayoría. Obvia indicación de que, a pesar de los ruidos a su favor en precampañas se les reprocha la escasa redistribución del ingreso y la inacabable deficiencia de servicios públicos. Solo en la clase media, cercana al progreso, la democracia sigue teniendo un apoyo aceptable, según los sondeos.