El Presidente Danilo Medina llegó el 16 de agosto, efemérides de la Restauración Dominicana, a su quinto aniversario gobernando esta desafiante, vigorosa y emprendedora nación del Siglo XXI, convertido en uno de los dirigentes más reconocidos y respetados de América Latina y la Región del Caribe.
Creo que la larga estela de realizaciones positivas que el Presidente Medina ha construido, puede resumirse en dos grandes segmentos: Uno, consolidación dominicana como un estado social y democrático de derecho, fundado –como ilustra la Carta Magna- en el respeto a la dignidad humana, los derechos fundamentales, el trabajo, la soberanía popular y la separación e independencia de los poderes públicos. En una palabra: nunca antes los derechos individuales, especialmente la libre expresión y difusión del pensamiento, habían sido tan respetadas y garantizadas en nuestro país como en los últimos tiempos.
El segundo gran segmento tiene que ver con el crecimiento sostenido de la economía, situándola entre las mayores, situación que le ha granjeado un sitial predominante entre las naciones del continente, ganándose el reconocimiento de los organismos internacionales más calificados del orbe.
Pero críticos, detractores y ciertas voces independientes han resaltado en esta ocasión el escándalo de Odebrecht y la denominada Marcha Verde, que enarbola la lucha contra la corrupción, como el reverso negativo del quinto aniversario. Creo que yerran el tiro.
Si el tsunami continental Odebrecht y los marchantes impúdicos no lograron derribar al gobierno de Medina, como pretendían estos últimos, se debe sencillamente a la enorme base social que han construido los gobiernos del PLD, a las realizaciones visibles del actual mandatario y a su indiscutible popularidad sustentada en una ética de trabajo transparente.