Con todo y su inmunidad parlamentaria por su investidura senatorial en Haití, Guy Phillipe no pudo salvarse en el 2016 de la extradición aplicada por Estados Unidos para condenarlo por narcotráfico. Saldada su deuda con USA ha vuelto al lugar con más blindaje que antes por falta de voluntad para interponerse a su propósito de anarquizar por completo a su país con el agravante de que ha enfilado cañones hacia el parque industrial fronterizo de Codevi, impulsado por inversionistas dominicanos con positivos resultados económicos y sociales para 18 mil haitianos que allí se ganan la vida y para sus empleadores que residen de este lado y fortalecen exitosamente sus exportaciones bajo el sello «made in DR». Una excelente confluencia binacional de intereses que junto a los reactivados mercados limítrofes muestran con relieve la forma en que estas economías tienden, por imperativos geográficos, a complementarse y deberían orientarse hacia más enlaces productivos y de consumos; proceso que podría apoyarse en un gradual retorno del vecino Estado al imperio de la ley y las instituciones. Una meta puesta en pausa por el soliviantado Guy de los prontuarios de crímenes y asonadas contra el orden legalmente establecido en la patria que le vio nacer y en la que ahora enciende pobladas con fines inconfesables. Un convicto exportador de narcóticos aplastado por la justicia estadounidense ahora exhibe una tolerada agresividad mayor hacia dos países. Ningún solidaridad hemisférica funciona para frenarlo.
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