El renacer de Guillermo Cordero

El renacer de Guillermo Cordero

Guillermo Cordero/ Foto: Karoline Becquer

Contenido de la revista En Sociedad

El reencuentro con uno de los más importantes creadores del espectáculo dominicano, ganador en 24 ocasiones de los Premios Casandra, en las categorías de Concierto, Espectáculo y Coreógrafo, nos hace recordar que todos llevamos dentro esa Ave Fénix, que nos hace resurgir de nuestras cenizas, y así renacer en nuestras vidas para despertar y desvelar finalmente, aquello que realmente somos. Guillermo Cordero, con la sabiduría

de un guerrero, ha sabido reinventarse y reprogramar la ruta hacia sus más valiosos sueños y una vida plena.

Porque el gusanillo de la creatividad ya no lo aguantaba en su pecho, decidió resurgir de sus cenizas y así conectar con lo que le motiva y le ilusiona. En el 2016, fue su gran debut como director teatral, dirigiendo a Carlota Carretero en la nueva versión del drama de Franklin Domínguez “El Último Instante”. “Volví dirigiendo teatro. Ese momento en que Carlota me dice “Sí” marcó el estoy aquí, el estoy de vuelta, y todo floreció de nuevo: el Teatro Nacional, los patrocinadores, la prensa, pero sobre todo, el público, que me regaló de nuevo sus aplausos durante doce presentaciones”, dice emocionado.

Pero no tan solo “El Último Instante” lo marcó en un antes y un después de su carrera. En el año 2017 vuelve a la carga con la gran responsabilidad y el privilegio de dirigir teatralmente a tres monstruos de la actuación: María Castillo, Carlota Carretero y Karina Noble, en “Colorín Colorado, este cuento si ha Cambiado”, con un éxito tal, que presentaron catorce funciones a casa llena y recientemente volvieron a reponer la obra con el mismo éxito. Pero más allá del teatro, Guillermo saborea las mieles del éxito como nunca antes, cuando en el 2018 regresa a los espectáculos. “Producto de todo lo anterior, se desempolvó el nombre, y no tan solo la vida me regala el éxito teatral, sino que además, me abre las puertas al Premio Soberano 2018 y lo hizo a través de César Suárez Junior y Alberto Zayas, quienes me ofrecen la gran responsabilidad de crear el contenido de los momentos artísticos de la ceremonia y me contratan como Director Artístico y coreográfico del evento”, relata.

El resultado de esa unión fue un espectáculo fino, ágil, rico en fondo y forma, que fluyó guiado por el éxito de los rigurosos ensayos en el teatro, donde todo se contempló, se revisó y se midió. “Vimos en el escenario todo, una y otra vez, de principio a fin. Hasta los aretes y los peinados de las bailarinas fueron vistos en cámara, dando como resultado momentos inolvidables”. Es imposible olvidar el opening Glam con Nashla Bogart y Roberto Ángel Salcedo. “Ese éxito en el premio, me da la oportunidad de que de nuevo, Cesarito Suárez confíe en mí, la creación del espectáculo “Dinastía Rosario, 40 Aniversario” en el Teatro Nacional”.

¿Cómo describirías la experiencia de tu retorno
a los escenarios?
Una bendición, el resultado de un largo proceso de transformación personal, espiritual y profesional. La madurez de mis talentos y la decisión divina de una segunda oportunidad, puso las piezas en su lugar, las ideas a fluir y los proyectos a concretizarse.

¿Cuáles novedades tuviste que enfrentar
en esta etapa de tu profesión?
El poder de la música urbana sin contenido (las hay buenas) y la vida de triunfos y victorias que permiten las redes sociales. La inmediatez de la información, y el poco respaldo patrocinador a los grandes espectáculos. Sin embargo, contrario a esto, es evidente el gran crecimiento del movimiento teatral, tanto en las apuestas comerciales como en las de profundidad literaria, pero sobre todo, el florecimiento del cine dominicano, convertido ya en una gran industria con grandes avances, tanto en lo técnico como en lo artístico.

¿Cómo fue el proceso de volver a escena?
Todo empezó en 2015, poquito a poco. Primero con el lanzamiento de la nueva campaña de publicidad de la Escuela Nacional para Sordos en Garden Tent, coreografiando para el Ballet Folclórico de la escuela, de la que soy colaborador,
y presentaciones de danza en Galería 360. Estos eventos me permitieron decir “estoy aquí”, y mi agradecimiento a esas dos instituciones se ha traducido en afectos casi familiares.

Cuando miras atrás, ¿cómo describirías lo vivido?
El reencuentro con Guillermo Eduardo, el rescate de mi niño interior, el aprender que existir en balance entre la vida laboral y la vida personal ha hecho la diferencia. Contrario a eso, equivocadamente siempre pensé que el oxigeno de mi vida era mi profesión. El creer que la fama debe ser el fin, es una tontería. El espectáculo es el medio para el desarrollo de mis dones, no el alimento de mi ego. Ya no me siento importante por ser exitoso, eso quedó atrás.

Has trabajado de la mano de las principales figuras del espectáculo, ¿cómo te sientes de ser el productor de las estrellas dominicanas?
Una gran distinción, un gran honor obtenido con mucho trabajo.
Ahora que esta pregunta me hace pensar cuántas son, te confieso que he
perdido la cuenta y más en esta nueva etapa de mi vida, en que ademásde las estrellas del espectáculo y la música,
se han agregado las del teatro nacional.
Ahora bien, para hacer honor a la verdad, Cecilia García es la que me lanza al ruedo, casi inmediatamente de mi regreso de estudiar en New York. Esa confianza depositada en mí de la diva, para producirle y crearle su nuevo programa de televisión Cecilia en Facetas en 1985, abre el camino para lo que soy hoy.

¿Cómo ha sido tu relación con los artistas?
De mucho afecto, respeto y admiración, que han perdurado por siempre, y de seguro con los que me falta trabajar de la nueva generación como Gabriel, será igual. A propósito, confieso que me encantaría hacerle un espectáculo a Manny Cruz, quien lo tiene todo: canta bien, carisma, mucha luz, baila y tiene pinta además de una vida feliz con su nobel familia.

¿Puedes contarnos alguna anécdota?
En uno de mis primeros espectáculos en 1987 con Taty Salas, en pleno despliegue coreográfico de su show, se fue la luz en el Teatro Nacional. En ese momento no había planta, y ella se sentó en el borde del escenario y empezó a hablar con el público y a cantar a oscuras hasta que la luz volvió y nos llevamos la sorpresa de que la ovacionaron por como ella salvó la situación y el show continuó hasta el final.

¿Con cuál artista volverías a trabajar?
Con todos los que he trabajado y los que aún no. Cada artista y su mundo es una experiencia y un aprendizaje invaluable. Tienes que ponerte en su propia piel, entender su lenguaje, y sentir por él.

¿Cuál ha sido tu mejor puesta en escena?
Siempre respondo que la próxima producción, aunque para complacer a tus lectores, “Víctor Victoria” con Freddy Beras-Goico y Cecilia García, marcó un antes y un después en los musicales realizados aquí, y ha sido un gran favorito del público.

¿Cuáles son las responsabilidades que debe asumir un buen productor artístico?
Desde la concepción hasta la realización, y con esto quiero decir, el estilo de los diseños escenográficos, vestuario, coreografía, videos, maquillaje peinados, guión, en fin, ser el responsable del fondo y de la forma del show, o sea, del contenido y la imagen.

¿Cómo nacen tus musas?
De un instante de lucidez creativa.

¿Qué elementos favorecen tu propia creatividad?
El mantenerme informado, al día de los movimientos artísticos, coreográficos y tecnológicos que se imponen en el mundo, para poder insertarlos y adaptarlos en la medida de lo posible, a nuestro medio, sin descuidar las referencias. El productor artístico que no conoce la historia del espectáculo, sus estilos pasados y actuales, limita mortalmente su creatividad. Su universo no es el mundo, es el patio de su casa.

¿Qué miedos y qué deseos sientes cuando tienes en carpeta un nuevo proyecto?
Gracias a Dios, el mismo miedo de la primera vez, aunque me acompañen inconscientemente los 35 años de experiencia.

¿Nos puedes dar un ejemplo de cuánto tardas en crear un montaje artístico?
Entre creación, pre-producción y realización, lo ideal es mínimo cuatro meses.

¿Cuál es el aspecto más difícil del trabajo?
Presupuestar y buscar el dinero. Eso es lo que te hace conectar con la implacable realidad, porque sin dinero no hay show.

Cuándo termina cada puesta en escena,
¿Qué sientes en tu interior?
Satisfacción, agradecimiento y ganas de ir a cenar.

¿Cómo conectas con las emociones y los aplausos
del público?
Dándolo todo en tres momentos claves del show: apertura, que es donde te apoderas o no del público; momento central, que es cuando debes lograr que el público quiera seguir viendo tu montaje, y climax pre-final y final, que es donde debes darlo todo, porque es con lo que la gente se va a sus casas y es la última impresión.

Has recibido varios reconocimientos,
¿cuál consideras el más importante?
Evidentemente El Gran Soberano, pero el que va a perdurar hasta después de mi partida, es el favor y el reconocimiento del público.

¿Qué es el Teatro Nacional para ti?
La casa que me vio nacer, crecer y madurar. Cuando llego y entro, siento la energía y la historia de estos 35 años de sueños y logros, en los que he estado dirigiendo y coreografiando en escena tantos y tantos espectáculos, donde aprendí a respetar el poder de este escenario que maximiza lo bien hecho y aplasta lo contrario, desnuda al farsante y glorifica al verdadero artista. El Teatro Nacional es mi sala de cuidados intensivos, donde agoniza siempre el destino de un espectáculo. Si operas bien las reglas, lo salvas, si no, muere en el acto desde que sube el telón.
¿Cuáles proyectos o montajes tienes para este año?
Gracias a Dios, tengo varios, desde un espectáculo, un gran concierto, de los que no puedo adelantarte detalles, una nueva obra con Carlota Carretero, en agosto, en la Sala Ravelo del Teatro Nacional, y eventos con empresas privadas. Pero el más importante es esta entrevista, porque es lo que estoy viviendo hoy, la vida se trata de eso, no del pasado ni del futuro, sino de la calidad del día de hoy.
Muy Personal…

¿Cómo es Guillermo por dentro?
Simple, íntegro y buena gente.

¿Cómo es tu relación con Dios?
De padre a hijo.

¿Qué diferencia sientes luego de vivir en profunda relación con Dios?
Que ya no tengo el control, aunque me cuesta soltarlo a veces.

¿Cómo definirías la fe?
La certeza de lo que se espera, la convicción
de lo que no se ve.

¿Cómo recuerdas tu infancia en Santiago?
Feliz, con mis tres hermanos, mi familia y mi escuela, a donde adoraba ir y competir por ser el primero.
Además del mundo del espectáculo,
¿qué otra cosa te gusta?
Te aseguro que hubiera sido un buen diseñador de modas.

¿Cómo nace esta pasión artística?
Un don de Dios, por ende es mi naturaleza. Veo motivos creativos hasta en las escobitas de colores que venden en la calle, en las fábricas, en los cementerios de chatarras, en los ingenios abandonados. Fuera inmensamente feliz si los pudiera poner en un escenario.

¿De volver a nacer repetiría la historia?
Si, pero fuera ideal si pudiese ser con la experiencia de estos años, como decía mi querido padrino y tío Luis Luna Pereyra.

¿Cuándo fue la última vez que aprendiste
algo nuevo?
En esta misma entrevista, al remembrar mi paso por la vida y descubrir que a pesar de mis errores, ha valido la pena.

¿Cómo definirías este momento de tu vida
El mejor momento, porque la vida es hoy, y lo hecho está. Lo valioso de la vida es ese nuevo despertar cada mañana, que te ofrece un mundo lleno de posibilidades.

En corto….
Nace en Santiago de los
Caballeros el 21 de abril de 1957
Hizo estudios secundarios
en el Colegio De la Salle, Santiago
Realizó estudios avanzados
de danza y coreografía en el Alvin Ailey American Dance School, Broadway Jazz en el Phil Black Dance Studio y en el Carnegie Hall School of Ballet,
y estudios de Producción y Dirección de Espectáculosy Televisión en el Center of Media Arts en la ciudad
de Nueva York.

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