Con razón dijo, en una reciente comparecencia, que la distancia que lo separa en las encuestas del presidente Luis Abinader, que en varias mediciones supera los 30 puntos, se revertirá en su favor el próximo 19 de mayo, una “remontada”, como la llaman en baloncesto, que sin duda sería calificada de histórica y que haría que los especialistas tengan que emplear tiempo y neuronas para tratar de explicar lo que pasó desde la sociología política.

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Pero el expresidente Leonel Fernández no quiso revelar al Listín Diario el “secreto” que le permitirá ganar las elecciones, con lo que iniciaría el proceso de transformación que dejó “en planos”. Contó a sus entrevistadores que para una organización política es importante crear una “masa crítica” que pueda reproducirse y tener un impacto positivo, y reveló que en la Fuerza del Pueblo se está trabajando desde hace meses en la mutación de esa masa crítica. “Siento que después de las encuestas, después de lo ocurrido en Nueva York con un simulacro de votación, lo que siento en las calles, lo que sentí en Puerto Plata y aquí en el Distrito Nacional siento que hay un sentimiento que se ha volcado a favor de las cosas buenas”. Esas son malas noticias para los que, confiados en la supuesta infalibilidad de las encuestas, están celebrando por anticipado la victoria del oficialismo y la reelección, eso que llaman triunfalismo, ignorando que el día de las elecciones podrían llevarse la peor sorpresa de sus vidas, que son las que no se olvidan nunca.

Si contra todos los pronósticos algo así ocurre todos querremos conocer “el secreto de Leonel” que le permitiría retomar los planes que dice inició en sus tres anteriores períodos. Pero si finalmente pasa lo que anticipan desde hace meses las encuestas tenemos derecho a esperar, por lo menos, que en esta ocasión se comporte a la altura de las circunstancias y admita su derrota sin berrinches ni algoritmos imaginarios. En cuanto a su “secreto”, tal vez sea mejor para todos que se lo lleve a la tumba.