Hace un par de semanas escribí por este medio un artículo bajo el título de: Milagros: una Apuesta a la Esperanza, en la que señalaba parte de las cualidades de Milagros Ortiz Bosch para ser Senadora del emblemático Distrito Nacional, que es la demarcación en que confluyen todos los dominicanos. Por las encuestas sé que ésta marcha adelante en la carrera en esa elección; que dos tercios de los electores votarán por la candidatura de su preferencia y que solo un tercio seguirá una línea partidaria; por esto quiero señalar ahora, no lo que haría Milagros como Senadora, sino lo que no debe ser ni hacer un Senador, sobre todo por la Capital, en cuyo espejo deben mirarse los demás legisladores dominicanos.
1.-No completar con nuevas leyes la obra de desmantelar la independencia y equilibrio de los poderes públicos, ni contribuir a liquidar lo que queda de la autonomía municipal.
2.-No inventar un escandaloso y millonario Barrilito de RD$ 1,200 millones en cuatro años, y ante las críticas de la opinión pública pagar el mes de marzo y atrasar el pago de abril por solo 17 días.
3.-No oponerse a la municipalización del Gran Santo Domingo, alegando su carácter inconstitucional; para luego fundamentarla públicamente en que ésta podría acreditarse a un partido contrario.
4.-No contribuir a quitarles a los dominicanos el derecho a utilizar las playas y ríos para proteger la propiedad privada.
5.-No apoyar que la vida de un embrión es superior a la de una mujer en peligro de muerte o sometida a salvaje violación.
6.-No dirigir el Congreso para que se cuadrupliquen los impuestos, se triplique la deuda pública, y continuar palante.
7.-No apoyar verbalmente una Ley de Partidos, para que se controle su democracia interna, sus gastos politiqueros y el transfuguismo, para luego negarse de forma prepotente a su aprobación.
8.-No apoyar alegremente la destrucción del parque Los Haitises, reserva de agua fundamental de casi todo el Este y Sureste del país.
9.-No hacer aprobar la concesión casi gratuita de la mina de oro de Pueblo Viejo, que significará treinta mil millones de dólares para una transnacional y sus socios abiertos y encubiertos (cerca de un millón de pesos por cada dominicano), a cambio del envenenamiento y deterioro ecológico de gran parte del Cibao Oriental.
10.-No proponer leyes en beneficio de los ciudadanos y apoyar rabiosamente cuanto viene del Poder Ejecutivo.
Esto es lo que no debe ser ni hacer un Senador del Distrito Nacional