Con su resonante triunfo, la izquierda chilena demuestra nuevamente su irreductible resiliencia, su histórica capacidad de llegar a acuerdos entre sectores sociales y organizaciones políticas en coyunturas cruciales.
Es el resultado de un inédito grado de madurez política de un vastísimo movimiento de protestas en ese país, contra un Estado con políticas que acentúan la desigualdad social.
El triunfo de esa izquierda es esperanzador para Chile por cómo surge, los sectores sociales movilizados para alcanzarlo y la convergencia política de las fuerzas que lo encabezan. Lo es también para diversos sectores progresistas que en esta región y en Europa buscan con protestas en las calles encontrar el cause conducente a conquistas sustancialmente tangibles o hacia el poder.
Esta victoria es también estimulante, porque no solamente fue una campanada contra un Estado cada vez menos responsable en términos de los servicios de salud, educación y otros que son básicos para la población, sino contra un candidato/símbolo de las fuerzas políticas y sociales chilenas que además de ultraconservadoras, son parte del populismo, el ultranacionalismo xenofóbico y racista similar a los que sostiene Bolsonaro en Brasil y presentes en todo Occidente.
El sector mayoritario de izquierda chilena supo enfrentar exitosamente esas fuerzas sin claudicar, con un programa, un discurso de campaña de clara opción de defensa a los sectores populares y con firme rechazo y condena a la voracidad y prepotencia de los poderosos.
Algunos dicen que esta es una nueva izquierda, porque sus principales protagonistas, incluyendo a Boric, son jóvenes que emergieron como dirigentes políticos al calor de las potentes protestas que en los últimos años pusieron a Chile patas arriba.
Pero, pienso es nueva porque asume los valores sustantivos de la izquierda: la inclusión social, el papel del Estado como ente determinante no solo para que la economía crezca, sino para que la riqueza se distribuya con equidad y sin iniquidad, pero sin renunciar a los valores esenciales de la democracia: la defensa de las libertades políticas, de opinión, derecho a la participación, de representación, a la diversidad y contra la obsoleta idea de una clase y de un partido “dirigentes”.
Constituye una manifestación de esto, el hecho de que Boric, con apoyo militante de sectores de la nueva y altamente representativa generación de dirigentes y parlamentarios del Partido Comunista, condenó la reciente falsa electoral de la satrapía de la familia Ortega en Nicaragua.
Triunfo de izquierda es esperanzador para Chile por cómo surge
Esta izquierda impulsa un proyecto de sociedad
Quiere romper viejos mitos y prácticas de la vieja izquierda…