El “Simposio” es un libro escrito (entre 385 y 370 a. C.) por Platón en forma de diálogo donde explica su idea de Eros, es decir, el Amor. Con el diálogo de Sócrates se introduce el tema de la belleza, que es central para Platón. El Simposio es uno de los diálogos más famosos y fascinantes de la filosofía antigua en el que el tema central es el Amor, entendido no solo como deseo erótico, sino como una fuerza que mueve el alma humana hacia el conocimiento y la belleza. El Simposio, ambientado durante un banquete donde varios personajes, entre Sócrates, Alcibíades y Aristófanes discuten y reflexionan sobre qué es realmente el amor, el diálogo despliega una serie de interpretaciones diferentes y complementarias sobre Eros. Platón propone una visión del amor que va más allá del aspecto físico y sentimental, el amor se convierte en una fuerza que empuja el alma hacia la verdad y lo divino. El Simposio tiene lugar durante un banquete o “simposio”, celebrado en honor del poeta Agatón, en el 416 a. C., para celebrar su reciente victoria en las competiciones. Durante el banquete, los participantes deciden pronunciar una serie de discursos dedicados al amor, cada uno expresa una perspectiva diferente sobre Eros. Los personajes que intervienen son algunos de los más conocidos del círculo ateniense, y cada uno aporta su propia interpretación, enriqueciendo el debate con reflexiones diferentes y profundamente ligadas a la concepción platónica del amor.
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El primero en hablar fue Fedro, quien elogió el amor como la fuerza que inspira coraje y heroísmo, subrayando cómo el amor puede empujar a los hombres a realizar hazañas extraordinarias para impresionar y proteger el ser amado. Fedro define a Eros como el dios más poderoso, enérgico, venerable y sublime, además uno de los más antiguos. Para apreciar el verdadero Eros debemos mostrar modestia ante las tentaciones, debemos sentir una fuerte pasión para poder saborear el amor verdadero. Solo las personas enamoradas sacrifican su vida por la persona que aman, no solo los hombres, también las mujeres son capaces de realizar estos gestos, por ejemplo, Alcestis, que elige morir en lugar de su marido Admeto, recibiendo así, como gracia divina, la posibilidad de regresar al mundo viviente.
Toca el turno a Pausanias, que distingue dos tipos de amor, el amor vulgar, que es principalmente físico y ligado a los placeres corporales, y el amor celestial, que se dirige al alma y a la virtud. Este amor superior es lo que lleva a los individuos a buscar la sabiduría y la belleza del alma en lugar del placer sensual. Pausanias plantea su discurso a partir de la relación entre Afrodita y Eros, indica que no hay Afrodita sin Eros, así como no hay una sola Afrodita, tampoco un Eros, sino dos, un Pandemium, el otro Uranio.
El siguiente discurso es el de Eriximaco, un médico que ve el amor como una fuerza universal que impregna todos los aspectos de la vida, desde la medicina hasta la música, y tiene el objetivo de crear armonía y equilibrio. Pronuncia un elogio a Eros basándose en la teoría citada por Pausanias, según la cual el Amor se puede dividir en dos partes, Eros no solo existe en el alma de los hombres, sino también en los cuerpos de los animales y plantas. Esto explica cómo este gran dios extiende su poder sobre todo lo humano y lo divino. De Eros Uranio surge la felicidad y la armonía entre las diversas partes del cuerpo y el alma, en cambio, el desorden y el sufrimiento surgen del Eros pandémico. Luego interviene el dramaturgo Aristófanes, su discurso es uno de los más famosos del Banquete. Para explicar su idea del amor, Aristófanes, utiliza el mito de los andróginos, seres que representan el tercer género, que involucra a ambos sexos, después del hombre y la mujer. Seres dotados de cuatro brazos, cuatro piernas, dos cabezas, dos sistemas reproductivos, poseían una fuerza extraordinaria similar a la de los gigantes. Zeus, temiendo su poder, los divide en dos, condenándolos a buscar a su “mitad” perdida para volver a sentirse completos.
Tras la conclusión del discurso de Aristófanes y un breve intercambio de felicitaciones, Agatón comienza su discurso, su elogio es de carácter estético, precisamente porque declara necesario definir en primer lugar las cualidades del dios Eros. Para Agatón Eros es el más feliz de los dioses porque es el más bello y bueno, es joven, delicado, gracioso y portador de valores como la templanza, la justicia, la sabiduría, y hace partícipes a los hombres de todas estas virtudes.
El discurso de Sócrates marca una clara ruptura en el desarrollo del diálogo, el filósofo, se cuida de distanciarse de los contenidos de los discursos anteriores y de los modelos loables considerados por los demás oradores. Sócrates reformula la cuestión a nivel ontológico. Es necesario preguntarse qué es realmente Eros y cuál es su esencia, sólo así es posible determinar cuál es verdadero objeto hacia donde debe dirigirse el Amor. Sócrates no habla en primera persona, sino que adopta la máscara de la sacerdotisa Diotima de Mantinea, a quien confía la exposición de sus pensamientos. En primer lugar, Eros no tiene el rostro y los rasgos del amado, sino que hay que buscarlo desde el lado del amante. Quien ama, ama lo que le falta, lo que aún no posee. El amor está marcado por su naturaleza por la pobreza y la carencia (se desea lo que no se tiene) y constituye para cada hombre el impulso hacia algo extraño a sí mismo, por eso Eros tiene la figura de un hombre pobre, andrajoso y descalzo. Eros es siempre amor y deseo de posesión eterna del Bien coincidiendo con la idea de belleza.
Es con el discurso de Sócrates, inspirado en las enseñanzas de la sacerdotisa Diotima, que Platón expone su visión más profunda del amor. Diotima le enseña a Sócrates que el amor no es ni bello ni bueno en sí mismo, sino más bien un deseo de belleza y bondad. El amor, según Diotima, es un camino ascendente que lleva el alma desde la belleza física a la espiritual, hasta la contemplación de la Belleza absoluta.
La reflexión de Platón sobre el amor está íntimamente ligada a su teoría de las ideas. El amor a los cuerpos es solo una fase inicial en el camino hacia la verdad. Quien ama, se siente inicialmente atraído por la belleza física, pero, si se educa en la filosofía, puede comprender que la belleza sensible no es más que un reflejo imperfecto de una belleza superior. El amor por la belleza corporal se transforma así en amor por la belleza del alma y luego en amor por la sabiduría y la virtud. Este camino lleva al alma a desprenderse del mundo material y contemplar el mundo inteligible, donde residen las ideas. Platón, a través del personaje de Diotima, desarrolla el concepto del amor como deseo de inmortalidad. Los hombres, a través del amor, intentan eternizarse generando hijos, pero también intentando producir obras geniales o acciones virtuosas que dejen una huella duradera. El verdadero amor es aquel que conduce al conocimiento de la belleza absoluta, entidad que, una vez contemplada, ofrece la máxima plenitud al alma. El amor se convierte así en un instrumento de elevación espiritual, una fuerza que empuja al hombre a superar su condición material y alcanzar la inmortalidad a través del conocimiento de lo divino. Platón utiliza el Simposio para reflexionar sobre el papel del filósofo. Sócrates, como figura central del dialogo, representa al filósofo enamorado del conocimiento, aquel que no posee la verdad, sino que la busca con pasión y determinación. El filósofo se deja llevar por Eros, no como un deseo carnal, sino como una fuerza que le empuja hacia lo divino. Este amor por la verdad y el bien es lo que distingue al filósofo de los demás hombres. Mientras que el común de los mortales busca el placer y la satisfacción material, el filósofo es aquel que busca la belleza y la verdad en su forma más pura e inmutable.
El diálogo finaliza con la intervención de Alcibíades, quien borracho, irrumpe en el simposio para alabar a Sócrates, describiéndolo como el verdadero objeto de su amor y revelando así un aspecto humano y personal de la relación entre maestro y discípulo.
La posición más cercana a nuestra forma actual de considerar el amor es la visión de Eros, como algo que une características opuestas, como privación y adquisición. Es interesante comparar esta posición platónica con el psicoanálisis que ve en el amante como alguien que busca en el amado sus propias carencias. Esta visión del amor deriva de la naturaleza de Eros, que Platón crea a partir de la síntesis de dos fuerzas opuestas, la de la madre Penia (Pobreza) y la del padre Poros (Ingenio). Según Platón, Eros heredó la pobreza, la necesidad y por tanto la carencia de su madre Penia, mientras también heredó el deseo de buscar con todas sus fuerzas sus anhelos de su padre Poros. La conclusión platónica puede ser teórica y poco práctica, sin embargo, a partir de Platón se ha avanzado en el pensamiento sobre el amor, como lo demuestran las tesis freudianas sobre la libido y la sublimación. La carencia que caracteriza el amor implementa el deseo hacia la persona amada y notamos como tanto Platón como Freud convergen en esto. En Platón el amor empuja al individuo más allá de la muerte, a través de la procreación que sirve para mantener en el tiempo lo que le “falta” a nivel corporal, es decir, la inmortalidad material. Freud hablará de Eros y “Thanatos”, pulsiones de vida y de muerte respectivamente, afirmando que Eros se pone al servicio de la pulsión de muerte.
“El amor (Eros) es el más antiguo de los dioses, el más merecedor de honor y el más capaz de empujar a los hombres, vivos y muertos, a la adquisición de la virtud y la felicidad”. (Platón)