El nivel de abstención registrado el pasado domingo en las votaciones para escoger autoridades municipales reflejó desde el primer cálculo provisional la tendencia surgida antes que lo acerca al 50% (53.33%) de los empadronados reafirmándose la supremacía del presidencialismo en las expectativas del electorado entre otros motivos devenidos de la libre decisión de la gente bajo un régimen de libertades (votar o no votar). Y algo más esta vez: la inhibición de potenciales electores resultó desniveladamente aplastante para la conjunción de partidos opositores con procesos de escrutinios que van llenando las alforjas del oficialismo (el otro gran polo de la confrontación) con una resonante conquista mayoritaria de alcaldías, regidurías y distritos municipales. Está pasando factura la desconexión entre liderazgos políticos y la composición social dominicana que efectivamente sacan a la luz desde hace años acreditados estudios de opinión.
Puede leer: Con más luces que sombras y con avances institucionales
La pobreza del debate electoral en marcha, en el que han predominado consignas de superficialidad e imprecaciones, ha sido resaltada en estos días con más frecuencia que antes desde el ejercicio crítico de la prensa. Un infructífero accionar partidario ha traído la peor parte para quienes cierran filas y han armado coalición para superar con votos, en desigual lucha, las ofertas a votantes que está teniendo vigencia desde ejercicios de poder con mayor capacidad material y de movilización de activistas y lealtades al servicio de su causa. Una maquinaria ahora enfilada hacia mayo.