El sofisma de renunciar a la política, quién puede

El sofisma de renunciar a la política, quién puede

Las posturas de ciudadanos que han decidido mantenerse al margen de la política, muchas veces porque consideran que no les dejan participar en ella, o como en otras ocasiones, se auto excluyen de la política con una actitud deliberada o desafiante, es motivo para analizar el sofisma de que es posible renunciar a la política.

Algunos lideres populares, por razones mediáticas, profesionales, o culturales persisten en autoproclamarse “apolíticos” o promotores de la “antipolítica”.

Lee más: ¿Judicialización de la política o políticos presuntamente corruptos judicializados?

Es pertinente aclarar qué entienden ellos por política, o si saben, qué significa colocarse al margen de una actividad tan humana como cualquier otra ciencia.

Quienes se colocan al margen de la política desconocen que esta se concibe como cualquier pretensión de intervenir con voluntad de cambio o de oponerse al mismo en los equilibrios políticos, sociales y económicos, o de adentrarse en influir en la toma de decisiones de la sociedad.

Si este es el dogma de la política, todos los ciudadanos que no se dedican a ser “profesionales de la política” o a la política de profesión, deben darse cuenta que también hacen política, porque la misma se desarrolla no solo en el ámbito de los partidos políticos o mediante la gestión pública y/o institucional de los asuntos de gobierno, sino, también, a través de distintas expresiones, que hasta a nivel individual se hace política de modo consciente, votando, como medio convencional básico de las democracias, opinando a través de las redes sociales, enviando mensajes de apoyo o críticas a periódicos o medios de comunicación, protestando o apoyando públicamente medidas del gobierno, como también valoraciones entre amigos y círculos íntimos asuntos e intereses colectivos.

Además, se hace política de forma individual sin ser consciente plenamente de eso, por ejemplo, acciones como pagar impuestos, promover determinadas campañas cívicas o sustentar determinados valores sociales, tienen un efecto sobre la política.

También, se es parte de la política de manera colectiva, promoviendo acciones y participando a través de tres tipos de iniciativas u organizaciones que operan bajo lógicas diferentes: los partidos políticos, los grupos de intereses, y los movimientos sociales.

Cuando los ciudadanos participan en movimientos sociales, los cuales hacen bandera con temas que tienen una dimensión transversal y que afecta diversos aspectos de la sociedad, o a través de grupos de presión, que se centran sólo en aquello que les interesa y beneficia directamente, están haciendo, indudablemente, política; ya sea a través de la crítica a determinadas políticas públicas, a los políticos o a las instituciones.

A pesar de los bajos niveles de confianza de los ciudadanos sobre la política, la débil y opaca cultura de la participación o  la baja implicación ciudadana en asuntos de interés colectivo, incluyendo la tan poca valorada adherencia hacia los partidos, organizaciones u agrupaciones políticas, lo que se observa es extraño, pues mientras se acusa a los políticos de las debilidades de la democracia, y se mira con desconfianza a quienes se dedican a los asuntos públicos, contrariamente, se hace más política de lo que se cree, y a pesar de ocultarse sobre la presunta “antipolítica”, la gente siempre se moviliza y se agrupa cuando ve proyectos colectivos que le dan estabilidad y dignidad a la existencia humana.

Sin embargo, somos de opinión que el debate debe de enfocarse en lograr romper con la inercia, la apatía y la inhibición de la gente, y recuperar a los ciudadanos para la acción política, no pasiva, si no mas bien, activa y comprometida.

Más leídas