No se ha escrito ningún ensayo acerca de “lo que nos pasa en este momento”. En primer lugar, porque no ha acabado de pasar; está “pasando” con plena realidad ejecutiva. Y ese gerundio nos implica como personas y no nos deja juzgar sin interferencias perniciosas. Muchas de “las cosas que están pasando” no habían ocurrido antes. Esos nuevos asuntos, que nos producen perplejidad, son políticos, económicos, sociales; abarcan: la conducta sexual, los regímenes laborales, la manera de hacer proselitismo partidista. Para explicar estos fenómenos de reciente aparición no nos sirven los criterios tradicionales de sociólogos y politólogos. Será necesario inventar métodos “alternativos” de intelección de los problemas colectivos.
Lo que nos pasa, no se sabe si es algo permanente o estable; o si, por el contrario, es cosa pasajera y cambiante. La gente “suspende el juicio” hasta ver si acaba de concretarse cada asunto, o si cambia de rumbo o de aspecto. En los dos casos, nos quedamos sin explicaciones, porque las aplazamos o no queremos plantearnos enigmas dificultosos. Lo que ocurre en Venezuela es tan extraño, que cierto humorista le califica como “un suceso a medio ocurrir”. El gobierno de Nicolás Maduro, ni levanta cabeza, ni acaba de caer. Los demás países -grandes y pequeños-, juegan a la política del “standby”.
Así como existe el llamado “cambio climático”, en el mundo religioso hay un continuo acomodamiento dogmático. El Papa Francisco, siempre sonriente, ha llegado a una postura agustiniana, en la cual privilegia la misericordia, aun por encima de la justicia. Siendo una Papa jesuita, sorprende este “traspies platónico”, pues todos sus maestros debieron haber sido tomistas, esto es, aristotélicos. En el Vaticano existen hoy tantos “desconciertos” como inconformidades. La Iglesia católica, Venezuela, los Estados Unidos, experimentan “posiciones nuevas”.
Donald Trump tiene ideas que llaman “populistas de derecha”; sus declaraciones son seguidas de protestas airadas, como si hubiese cometido una herejía contra las costumbres establecidas en su país. El comportamiento de políticos, banqueros y empresarios, está en estos días “sobre el tapete”. Los periódicos de las últimas semanas han informado ampliamente sobre las operaciones de la empresa constructora Odebrecht en diez países. Aunque en estos casos se habla de sobornos, todo sigue en “standby” político.