Algo sucede en la vida psico-emocional, conductual y social de miles de jóvenes que pierden la vida, o que prefieren morir exponiéndose a conducta de alto riesgo, sin saber o aprender cuándo detenerse, cuándo poner límites, cuándo parar o cuándo abandonar la vida de alta peligrosidad. El enfoque es este: cuando un joven pierde el auto-cuidado personal y, prefiere exponerse, hacerse vulnerable, provocar y crear oportunidades riesgosas; sencillamente, algo pasa en su autoestima, en la familia, con su apego, el vínculo y el priorizar el sentido de pertenencia. Pero también, algo pasa con su identidad psicosocial: ¿Quién soy? ¿Quién quiero ser? ¿A quién quiero imitar? o ¿Cómo quiero que me identifiquen o me recuerden? Aún más, quién me influye de forma negativa, de qué me siento presionado. En la juventud se define el proyecto de vida, los objetivos y los propósitos de vida. Las referencias para su construcción pueden ser los padres, los maestros, la cultura, la sociedad, los modelos que se hacen visuales y “creíbles” ante la publicidad, el cine la televisión, las revistas, etc. De allí se reproduce y se construye el antihéroe: un sujeto que influye, contamina, motiva, impone conductas negativas, pero que proyecta, el nuevo protagonista del “éxito”, de la conquista de lo tangible, del confort, de la opulencia. Así aparece proyectado en las narco-novelas, en el cine, en muchos ambientes del barrio y de las calles, de la política y de la vida pública. Los adolescentes y jóvenes muchas veces se dejan conquistar, influir o seducir por este antihéroe que le ha ganado a una sociedad quebrada, enferma, patológica, sin consecuencia, pero a la vez riesgosa y vulnerable que les hace a los jóvenes ser víctima y victimarios. Allí, donde se practica el riesgo como estilo de vida, y las conductas riesgosas, es de esperarse ser víctima de las propias circunstancias.
El suicidio es un resultado de un trastorno psiquiátrico: como la depresión, bipolaridad, esquizofrenia, trastorno límite de personalidad, abuso de sustancias, dependencia alcohólica, o condición biológica heredo familiar del suicidio. Cuando un joven o un adulto presenta conductas y comportamientos de altos riesgo al suicidio como son la alta velocidad, abuso de alcohol o drogas, acceso a las armas de fuego a través de la violencia, atracos, secuestro, robo, tráfico de drogas, mercados ilícitos de armas etc., se expone a ser víctima de muerte de forma violenta, constituyendo un “suicidio como estilo de vida”. Es evidente que la condición de la personalidad de alto riesgo, establece y explica, condiciones patológicas como son la personalidad antisocial o la sociopatía.
En toda Latinoamérica se reproducen las condiciones psicosociales y económicas para el desarrollo de las patologías, narcotráficos, mercados de armas, corrupción, impunidad, antivalores y modelos de influencias negativas socialmente, reproducido por las propias circunstancias de sociedades excluyentes, desiguales, cargadas de inequidad que estimulan los antihéroes, y por la permisibilidad jurídico social.
Es una pena que cientos de jóvenes pierdan la vida en las clases baja, media baja y excluida por un “suicidio como estilo de vida” sin llegar quizás a entenderse, pero sí exponerse. La prevención es multifactorial y multidisciplinaria. Pero existen soluciones y programas de prevención a través de las políticas públicas de jóvenes inclusivos y saludables, con oportunidades y con resiliencia social. El desarrollo de jóvenes saludables, responsables y de cultura de paz, se construye en el ambiente familiar, en la escuela saludable, en la sociedad de valores asumidos, de proyección de héroes sanos y responsables. Al día de hoy se impone la participación comprometida de los jóvenes en demandar un modelo diferente de sociedad, de las que ellos y sus pares no sean víctimas en el presente y para el futuro.