Si desarrollo económico es el proceso de crecimiento de una economía caracterizado por innovaciones tecnológicas, aumentos en la productividad y cambios sociales, el recién inaugurado Teleférico de Santo Domingo representa, junto al Metro capitalino, la obra cumbre del transporte público dentro del ciclo continuo de progreso multisectorial que impulsa el presidente Danilo Medina desde 2012. Proceso que responde a un plan estructurado y va acompañado por un mejor reparto de la renta y la riqueza, aspectos sobre los cuales es ostensible el esfuerzo gubernamental.
Claro, era necesaria la rigurosa investigación científica y el mejor uso de los recursos disponibles para embarcarse en la construcción de un medio de transporte tan moderno, formado por uno o varios cables portantes sobre los que se desplaza un carril del cual van suspendidas cabinas de pasajeros. Los teleféricos, como el flamante Santo Domingo Norte que conecta 30 barrios y el Distrito Nacional, son utilizados para el transporte rápido de personas o materiales entre dos puntos que sería difícil u oneroso enlazar por carretera o ferrocarril. Los destinados al transporte de pasajeros también se llaman “tranvías aéreos” o “funiculares aéreos de viajeros”; los de carga se denominan “transportadores funiculares”.
El Teleférico de Santo Domingo, que recorre 5 kilómetros operando como ruta alimentadora del Metro de Santo Domingo sin paga adicional, ha sido construido con los más altos estándares de calidad, una solución que dignifica, pues mejora la calidad de vida de millares de lugareños de barrios empobrecidos mediante un transporte seguro, rápido, cómodo y barato. Costó US42.0 millones, consta de cuatro estaciones y 195 cabinas para trasladar 10 personas sentadas. Representa para el usuario un ahorro de 30% de tiempo y 30% en el precio del pasaje.
El Teleférico es una obra urbana moderna, ambientalista y de rigor estético.