Haití fue protagonista en la primera ronda de la “Propuesta de los Candidatos”. organizada por el Grupo de Comunicaciones Corripio para ofrecerle un espacio a los candidatos presidenciales para dar a conocer sus ideas a los electores. Un espacio que aprovecharon para decirnos lo que saben de sobra nos gustaría escuchar: que serán repatriados todos los nacionales haitianos que se encuentren aquí en situación irregular, que se perseguirá a las mafias que los trafican por la frontera, y lo más importante; garantizaron que el “problema haitiano” se quedará de aquel lado, donde debe estar, donde no quita el sueño.
Como si el muro que se construye en la frontera fuera suficiente para protegernos de las consecuencias y secuelas de la crisis haitiana, o hubieran olvidado que no es tan fácil quitarse de encima a un vecino molesto pero del que tenemos una gran dependencia. Tanta, que probablemente por eso los candidatos no quisieron contarnos esa parte del cuento por amarga y difícil de tragar y digerir.
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Además de que se trata de un problema para el cual no pueden ofrecer una solución fácil y rápida, de esas que se despachan respondiendo con fingida suficiencia y una frase cohete la pregunta de un periodista impertinente. Como siempre pasa con los problemas que se dejan crecer sin ponerles atención ni buscarles solución cuando todavía la tienen, esa dependencia se ha convertido en una espada de Damocles que amenaza importantes sectores de nuestra economía, que perderían impulso de manera significativa si no disponen de esa mano de obra.
Y aunque se trata de un problema que ningún Presidente o candidato puede resolver de un día para otro, la mejor manera de empezar a hacerlo es con un ejercicio de honestidad que acepte su verdadera dimensión, todas sus implicaciones, lo que supone dejar de tratar a los haitianos como si pudiéramos darles una patada por el trasero, mandarlos para su casa y acabar para siempre con la inmigración ilegal.