Cuando un joven petromacorisano trajo un automóvil Lamborghini, pensé que habíamos llegado muy lejos en la importación de vehículos.
Los italianos lo vendieron bajo el trato de que cada tres o seis meses tenía que venir un mecánico, desde Italia, a revisar el automóvil, pues no confiaban en los mecánicos criollos y tenían que mantener el prestigio de la marca.
En la década de 1940 mi tío francisco (Cano) enviaba desde Caracas tarjetas postales donde se veían las calles llenas de automóviles estacionados al lado de las aceras, pensaba que era un símbolo de progreso ¡cuán lejos estaba de la verdad.
Su hijo mayor Tirso Clodomiro Gautreaux Ibarra vivía en Nueva York, ganaba mucho dinero, era millonario, y no tenía automóvil, prefería y así lo hizo mientras vivió, prefería un taxi para trasladarse de uno a otro sitio.
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En 1988 con mi familia, Miriam, Nieves Cristina y Juan Gabriel (ya mi hijo mayor Julio Heberto trabajaba y no pudo ir) alquilamos un carro en el aeropuerto de Miami para llegar hasta Nueva York y conocer el este de Estados Unidos en carro, entonces le di la razón a Tirso, Nueva York con carro es un desastre, los tapones, hallar donde aparcar y el pago de estacionamientos son un infierno.
Antes de que mi amigo el doctor Salvador Jorge Blanco tomara posesión de la Presidencia de la República escribí un artículo donde sugería el control de la importación de vehículos de motor.
Era un programa sencillo: prohibir la importación de vehículos para uso privado, familiar, salvo que la gente pagara el triple de los aranceles y una alta suma de dinero por las placas para transitar, de ese modo solo los muy ricos podrían darse el lujo de tener vehículos familiares.
Facilitar la importación de camionetas para el uso en explotaciones agropecuarias. Facilitar la importación de camiones y maquinaria agrícola y de guaguas para el servicio público.
Asimismo, reorganizar el tránsito y el transporte, así como horarios de entrada a las escuelas, a los comercios, a las oficinas del gobierno
Mi amigo el presidente Jorge Blanco gobernó hasta 1986, de entonces acá han pasado 37 años y el problema es peor.
La solución para que los niños lleguen a las escuelas y colegios es comprar un carro, el problema es que hay demasiado carros privados que permanecen 8 y 10 horas estacionados en las calles a la espera de que sus dueños cumplan su jornada de trabajo y se marchen a sus casas.
La ecuación carros privados subutilizados versus dólares para insumos y mecanización de la agropecuaria, da país a la deriva.
El relajo sigue, ferias y ferias de carros ¿y los dólares para importarlos?