No es una burla ni trato de hacer leña del árbol caído con la urticante sorna conque, de cuando en cuando, salpimento esta columna para que no les resulte desabrida. Y si lo piensan bien y lo analizan mejor tampoco puede acusarme nadie de cínico si digo que el exprocurador Jean Alain Rodríguez debe ser de los pocos, además de los imputados favorecidos con un descargo, que puede considerarse satisfecho y victorioso con la sentencia de las juezas del Primer Tribunal Colegiado del Juzgado de Primera Instancia del Distrito Nacional que determinó que solo el empresario Ángel Rondón, principal imputado en el caso Odebrecht, y el ingeniero Víctor Díaz Rúa son culpables de las acusaciones presentadas por el Ministerio Público.
Era el desenlace esperado, lo que no impidió que una oleada de indignación inundara las redes sociales luego de conocerse el fallo, pues así lo demandaba el guión elaborado con escrupulosa perversidad por el entonces Procurador General.
Las calculadas falencias y agujeros que desde el principio mostró el expediente acusatorio no podían terminar en otra cosa, aunque el daño provocado a gente que fue jalada por los cabellos para meterla en esa tómbola ya está hecho y dudo que pueda repararse con demandas por daños y perjuicios.
Si la condena a Rondón y Díaz Rúa, como señaló un conocido jurista, es un premio de consolación para la población está claro que ese consuelo, que mas bien parece burla, resulta insuficiente, pues se parece demasiado a una derrota. Perdió la justicia y perdió la sociedad dominicana, que sigue preguntándose qué pasará en el futuro si seguimos perdiendo la guerra contra la corrupción, sus beneficiarios y protectores.
Pero todo terminó, hay que reconocerlo, como el exprocurador esperaba que terminara al momento de concebir el guión y montar el show mediático con el que lo coronó. Aunque dudo mucho que en su actual condición tenga ganas de celebrar su triunfo.