Hay que poner los pies en la tierra”, dijo recientemente José Miguel González Cuadra hablando del nuevo proyecto habitacional que dirige bajo el nombre de Nuevo Domingo Savio. No se trata de hacer cosas bonitas (y eso no implica que deban ser feas). Se trata de eficiencia. Es dar respuesta a las necesidades de la comunidad de la manera más práctica posible.
Ciertamente, lo perfecto es enemigo de lo bueno, como decía mi padre, y si esperamos lo perfecto no haremos las cosas que hay que hacer. Lo importante es que lo que se haga sea pensado y consensuado y que distintas instituciones se unan para hacer lo que hay que hacer arrastradas por la belleza de este noble esfuerzo.
Todo esto viene a mi mente al leer sobre el proyecto Nuevo Domingo Savio para la rehabilitación –o construcción– de los sectores Los Guandules y La Ciénaga en el Distrito Nacional, ahora prácticamente inhabitables. No se trata solo de construir viviendas, se basa en los resultados de un censo e incluye soluciones para el agua, el transporte, las escuelas, y todo lo necesario. El padre Macobi Figueroa, enlace con la comunidad, habla de callejones por los que muchas veces no cabe ni una motocicleta, que hace el espacio propicio para las bandas delictivas. Eso se va a eliminar.
Me produce mucho regocijo la prudencia con que se está manejando la realidad de esta zona contristante.
No es que estas cosas se vean de la noche a la mañana, finalizar el proyecto se tomará unos tres años, pero el que todos hagan su parte ya es un paso al frente.
La parte de la ribera del río, donde están los callejones más estrechos y peligrosos será intervenida, pero, como dijo González Cuadra: “sería injusto que sea desplazado el que vivió treinta años allí pasando trabajo para que vengan otros a disfrutar del río. Los que han vivido aquí son los que merecen estar en mejores condiciones”.
Uno de los fallos que ha habido en proyectos de esta naturaleza es que luego los residentes a quienes se les entregan apartamentos, los venden y trasladan su vida de precariedades a otro entorno.
Este grupo interesado en el bienestar del pueblo tendrá que enfrentar situaciones delicadas con algunas personas radicadas allí que podrían pensar en sacar dinero vendiendo esas viviendas. Esto no es para venderlo y hacer negocio mudándose a un rancho donde se forma otro círculo de miseria y se abre otro barrio. La idea es mejorar la calidad de vida de quienes reciben el beneficio de este esfuerzo, que tengan un nivel más digno.
Habría que pensar en un modo de evitarlo.