El túnel al final del camino

El túnel al final del camino

La partida a destiempo de amigos y familiares ha hecho adentrarme en el mundo de la reflexión. Ideas variadas me han arropado en relación a la muerte. Una de ellas es que la vida no siempre es factible porque hay concepciones inviables; lo que no solo es factible sino inevitable es esa partida.

Cuando se está en la flor de ese trayecto que se llama vida, jamás pensamos en que un día nos veremos caminando en ese mencionado túnel que algunos dicen haber visto una luz al final. Otros dicen que no ven luz sino tiniebla. Todo dependerá de qué clase de vida hemos llevado; cuánto hemos servido, sin interés, a la humanidad a la que nos debemos o cuántas han sido las acciones incorrectas dispensadas a nuestros semejantes y hacia nuestro planeta agonizante. Si la muerte es súbita no hay tiempo de hacer conciencia y prepararse. Si no lo es, entonces empiezan las divagaciones filosóficas-espirituales.

La tecnología moderna nos ha dado un control que hasta ahora no había tenido precedentes sobre la vida y la muerte. Al hacerlo han surgido nuevos problemas éticos y morales. Nuestras ideas acerca de la muerte y el estilo de vida que hemos llevado serán determinantes en ese paso de esta dimensión a la próxima.

Posiblemente en esos momentos comencemos a hacernos preguntas que nunca nos habíamos hecho. ¿De dónde venimos? ¿A qué hemos venido? ¿A dónde vamos? Tanto las respuestas que nos demos como el comienzo del viaje sin retorno, dependerán también, como ya expresamos, de cómo hayan sido nuestras acciones durante ese trayecto.

Para algunos será inconcebible que habiendo tenido todo el poder político y/o económico que han disfrutado en su paso por la tierra, haya podido ser diferente en estos últimos momentos y sobre todo después que el espíritu haya abandonado ese traje al que le llaman cuerpo.

Considero que la mayor y más transcendente evolución del hombre no es la económica sino la espiritual, incomprensible para muchos.

La vanidad es el más grande de los pecados capitales, porque de él se desprenden todos los demás. Pecado causante de guerras, rebeliones, protestas, y toda clase de crímenes.

Recuerdo a un primo, después de regresar al país, se empeñó en decorar un bello apartamento y en dos meses pasé por la pena de verlo envuelto en sábanas llevándolo al vehículo fúnebre como si fuera un andullo, y al pasar delante de mí me pregunté ¿Valió la pena tanto esfuerzo para terminar así? No pudo llevarse ninguno de sus tesoros.

En algún momento debemos hacer un receso mental y preguntarnos si lo que hemos hecho en nuestra vida o lo que estamos haciendo beneficia o perjudica al prójimo y al planeta que le dejaremos a nuestros hijos y nietos. Nuestra respuesta será decisiva para el momento en que comencemos a ver el recibimiento de nuestros seres queridos fallecidos y empecemos a trillar el túnel. La vida después de la muerte ya habrá comenzado.

Nuestras ideas sobre la muerte serán determinantes en el paso a otra dimensión

Si la muerte es súbita no hay tiempo para prepararse

Si no, empiezan las divagaciones filosóficas- espirituales

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