El turismo es, sin dudas, una de las industrias con mayor crecimiento a nivel global. En República Dominicana, específicamente, ha sido por muchos años el sector más importante de nuestra economía.
Aprovechar los nuevos paradigmas del lujo agregaría un incentivo económico más fuerte para actuar como un creador de tendencias para el desarrollo del turismo y las experiencias turísticas en general.
En 2016, la Asociación Nacional de Hoteles y Restaurantes (ASONAHORES) y la escuela de negocios Barna lanzó un estudio que indicaba los múltiples beneficios de este tipo de turismo para la competitividad, la Estrategia Nacional de Desarrollo y el posicionamiento de la marca país; presentándose como una oportunidad de reconvertir el destino en un producto exclusivo, dentro de la esencia “lo tiene todo”.
Según datos del mismo informe, el turismo de lujo fue valorado en 2014 en US$148.62 billones y se prevé que para 2021 esta cifra llegaría a US$195.27 billones, creciendo a una tasa de 4% desde 2015 a nivel global. Algunas marcas de renombre ya han podido identificar esta oportunidad, como el InterContinental, Amanera, y próximamente Four Seasons Tropicalia.
También existe una nueva tendencia de turismo, que es el todo incluido de lujo; una novedosa modalidad que cambia el paradigma del clásico todo incluido y lo renueva, con elementos lujosos y exclusivos que ofrecen la máxima relajación. Este segmento aun no existe en la República Dominicana, y llegará con proyectos como Moon Palace Punta Cana, atrayendo por igual un nuevo tipo de turista, y por consiguiente un mayor aporte a la economía de nuestro país.
Diferenciación, autenticidad y exclusividad son algunos de los adjetivos que caracterizan al turismo de lujo. Esta modalidad, donde el ocio y el lujo se funden, ofrece un servicio único y personalizado, acompañado de experiencias genuinas y un alto grado de calidad.
Los viajeros de lujo valoran la autenticidad y la singularidad de las personas y el lugar. Esto significa que quieren experimentar la cultura local, la comida, la artesanía y las tradiciones, presentando oportunidades para que los miembros de la comunidad local se conviertan en gerentes, recepcionistas, guías, conductores, vendedores, artistas; dentro de la industria del turismo. El turismo de lujo no solo apoyará directamente a los beneficiarios locales, sino que también creará un efecto multiplicador al traer más medios económicos y demandas de servicios y suministros a la comunidad donde se opera.
A pesar de que ha tenido participación en el mercado turístico desde la antigüedad, el turismo de lujo es una tendencia cada vez más competitiva e innovadora, debido a las exigencias del nuevo consumidor y los avances que brinda la tecnología. En este contexto, hablamos de un concepto que no desaparecerá de ninguna manera; todo lo contrario, es un paradigma que emerge rápidamente.
Dubai, Paris y Singapore son tres de las cinco ciudades que han logrado posicionarse entre las más populares para el viajero de lujo, según una encuesta de la guía digital de viajes de lujo -Luxury Hotels Guide- basada en los datos de más de 3 millones de usuarios en 2017. En esta misma lista, se destacan las islas Maldivas, Bahamas y Cancún como los destinos tropicales preferidos por turistas de gran poder adquisitivo, debido a la diversificación de ofertas de lujo con la que hoy cuentan.
Este último dato demuestra que existe un nicho del sector no únicamente interesado en encontrar experiencias de lujo en las más grandes ciudades, sino que está dispuesto a invertir en destinos como el nuestro. Si esperamos mantenerlo así por mucho tiempo, debemos explorar nuevos horizontes y hacer los correctivos necesarios para desarrollar este concepto prometedor.