Hoy, es frecuente observar a corporaciones, compañías, empresas, instituciones, marcas y personas, aprovecharse de la ignorancia y de la bajísima capacidad de análisis que caracterizan a importantes segmentos de las audiencias actuales, pretendiendo con ello proyectar una reputación falsa, la que solo existe como parte de los esfuerzos mediáticos de comunicación que planifican, implementan y controlan con fines perversos. La falsa reputación es una estrategia muy usada por los que carecen de méritos y credibilidad para alcanzar determinados logros económicos, políticos, sociales y profesionales.
La vía más viable para construir reputación positiva y sostenible, consiste en mantener siempre, en todo momento, lugar y circunstancia, la coherencia y consistencia entre el pensamiento, las decisiones, las actuaciones y la comunicación. Por más ignorantes e ingenuas que sean las audiencias de hoy, no es posible fingir que tiene buena reputación por largo tiempo. Pese a la gran crisis de valores que vive la sociedad dominicana, la falsa reputación nunca será una estrategia sostenible. Las corporaciones, las compañías, las empresas las instituciones, las marcas y las personas que actúan incorrectamente, que mienten y manipulan a sus audiencias, nunca gozarán de buena reputación.
Parecería que la falsa reputación es una de las olas que caracterizan al presente siglo, la cual es empleada como plataforma mediática para crear determinadas percepciones a partir de realidades y contextos ficticios, con el propósito deliberado de posicionar en las mentes de las audiencias una imagen distorsionada del ser y el parecer. La reputación sustentada en méritos y credibilidad no se destruye fabricando y difundiendo falsas historias.
En fin, la buena reputación no se echa por la borda usando con malas intenciones el poder y el lenguaje de los símbolos.