En el entorno competitivo actual, conocer y saber controlar las consecuencias que pudiesen derivarse de una determinada decisión, son parte de las competencias y habilidades que deben desarrollar los tomadores de decisiones.
Por lo general, el nivel de sostenibilidad y competitividad de las empresas, instituciones y marcas dependen de la calidad humana y profesional de los que piensan y toman las decisiones dentro y fuera de ellas.
Hoy más que nunca, el saber tomar decisiones inteligentes de alto impacto se ha convertido en ventaja comparativa y competitiva. Esto así, debido a que tanto las buenas como las malas decisiones pueden afectar el comportamiento, el desarrollo, la estructura, las relaciones laborales, la productividad, la competitividad y hasta la reputación de las empresas, las instituciones y de las marcas. El saber decidir es, además, el medio más seguro para añadir alto valor al proceso de desempeño gerencial.
Más allá de la naturaleza de los contextos, las consecuencias negativas derivadas de la toma de decisiones se pueden corregir y prevenir. Para ello, es imprescindible que los tomadores de decisiones cuenten con competencias y habilidades para mirar y abordar de manera holística y estratégica las características tangibles e intangibles presentes en los entornos donde se tomarán las decisiones.
Los factores de riesgos suelen disminuir cada vez que la toma de decisiones se realiza en un ambiente colaborativo, inclusivo y de respeto a las opiniones y puntos de vista, sin importar el nivel jerárquico de los opinantes.
El monopolio de la toma de decisiones pone en riego continuamente la productividad, la competitividad y el buen clima laboral de las empresas e instituciones. Se ha comprobado que el estilo gerencial puede impactar de manera positiva o negativa la calidad, la pertinencia y la racionalidad de la toma de decisiones.
Por lo general, los que no tienen la buena costumbre de consultar a sus colaboradores, previo a la toma de decisiones, son más proclives a vivir enredados implementado medidas correctivas. Una decisión siempre será menos riesgosa si en la misma intervienen las ideas y experiencias de varias personas.
Los hechos y experiencias evidencian que, si los decisores son egocéntricos, intolerantes e inmaduros, será muy difícil que la calidad de sus decisiones llegue a ser de alto valor agregado al desempeño presente y futuro de las empresas.