El valor de la imagen: Capacidad negociadora

El valor  de la imagen: Capacidad negociadora

J. LUIS ROJAS.

Sin lugar a dudas, la calidad y pertinencia de los sistemas educativos de los países suelen ser factores con alta incidencia en la manera en que sus ciudadanos piensan, deciden, actúan, hablan, se relacionan, producen, gestionan sus desavenencias, entre otras acciones. En este sentido, no es casualidad que la educación sea considerada como eje estratégico y transversal para establecer y mantener modelos sostenibles de desarrollo, capaces de propiciar el bienestar humano en todas sus dimensiones: familiar, social, laboral, profesional, emocional, económico, etc.
En pocas palabras, la capacidad negociadora de los ciudadanos, sin importar su condición socioeconómica, está íntimamente relacionada con el tipo de educación que han recibido en las distintas fases de su desarrollo humano y profesional. La capacidad y habilidad para negociar implica un conjunto de cualidades interpersonales y de comunicación, las cuales deben conocerse y usarse de manera inteligente e integral para alcanzar resultados satisfactorios y beneficiosos para las partes involucradas. En definitiva, no todos los seres humanos saben negociar, independientemente del tamaño de su cuota de poder y autoridad.
Los países habitados por ciudadanos con capacidad para negociar desarrollan más capacidades para enfrentar y prevenir los conflictos, los feminicidios son mínimos, las peleas y muertes por simples accidentes de tránsito son escasos, la buena convivencia entre vecinos es notoria, las organizaciones políticas y gremiales no se dividen por intereses individuales perversos. ¿Por qué en la sociedad dominicana casi todo se divide? ¿Por qué los líderes dominicanos dividen las organizaciones políticas, las empresas, los sindicatos, los colegios profesionales y hasta los emprendimientos? ¿Tiene el liderazgo dominicano capacidad negociadora para resolver conflictos? A juzgar por los hechos, la actitud divisionista y caudillista que caracteriza al liderazgo dominicano está en su ADN.
Las relaciones familiares, laborales, sociales, profesionales, gremiales y empresariales podrían ser más sanas y productivas si las personas que participan de ellas hubiesen recibido de sus respectivos sistemas educativos los conocimientos y habilidades que les permitan negociar cualquier tipo de asunto o situación, en los distintos escenarios donde se llevan a cabo las relaciones humanas, sin necesidad de imponerse ante los demás y generar conflictos.

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