El precio de los errores
En esta época todo se sabe y se difunde como buena o mala noticia, debido a que la tecnología de la información y la comunicación ha facilitado la participación activa y espontánea de los ciudadanos en el proceso de socialización y difusión de los hechos y acontecimientos sociales, económicos y políticos que acontecen en las sociedades. Nunca como hoy, los ciudadanos habían tenido tantos medios a su disposición para observar y denunciar las malas prácticas de empresas, instituciones y personas.
En la presente coyuntura, las empresas, instituciones y personas que pretenden crear, mantener y proyectar un perfil de imagen pública creíble, tanto en el presente como en el futuro, tienen que evitar tomar decisiones desacertadas y actuar inadecuadamente. Las consecuencias inmediatas que se derivan de malas decisiones y actuaciones, suelen transformarse en errores, los que en el corto, mediano y largo plazo tienen un alto precio.
Hoy en día, poseer mucho poder político, económico, social, tener buena participación de mercado y un posicionamiento que incide en la decisión de compra, no son atributos suficientes para evitar el impacto negativo que producen los errores continuos de las organizaciones y personas, en activos intangibles como la reputación, la credibilidad e imagen pública. Las malas decisiones y actuaciones del presente, dañan la imagen pública del futuro. El precio de los errores se expresa en perdida de simpatía y liderazgo. El precio de ser incoherente e inconsistente con lo que se piensa, se dice y se hace, es un error que genera percepciones, actitudes y opiniones desfavorables. En estos tiempos, en los que los ciudadanos mantienen una vigilancia permanente a la conducta de las organizaciones, así como a todo lo que dicen y hacen los líderes políticos, empresariales y sociales.