EL VALOR DE LA IMAGEN. Hacerlo bien

EL VALOR DE LA IMAGEN. Hacerlo bien

Hacer las cosas bien es un hábito, una actitud hacia la mejora continua, una decisión de vida, un compromiso con la disciplina y una cultura de respeto a las leyes y normas establecidas. Cuando los líderes y los poderes fácticos de las sociedades se confabulan y se convierten en cómplices de lo mal hecho, dicho comportamiento es suficiente para generar un estado general de desconfianza y desesperanza, el cual termina afectando la imagen pública y alejando a las inversiones foráneas. Hoy, todo es público, no importa los dispositivos de seguridad que se empleen para ocultar la realidad. La tecnología al servicio de la información y la comunicación ha hecho posible que lo bueno y lo malo no permanezca en el anonimato.

Los hechos evidencian que los países dirigidos por líderes éticos, íntegros, honestos y comprometidos con actuar correctamente, son los que más han avanzado en crear las condiciones favorables para establecer un bienestar común sostenible. Está comprobado, si los líderes políticos, empresariales y sociales de un país hacen las cosas bien, lo más lógico es que las estructuras ejecutivas, judiciales, legislativas y sociales funcionen correctamente.
Las sociedades entran en crisis total en la medida que sus líderes y ciudadanos comienzan a decidir y actuar al margen de las leyes y normas que sustentan su funcionamiento. En este sentido, no es racional esperar nada positivo y alentador de una sociedad dirigida por líderes que ponen su cuota de poder, autoridad e influencia como plataforma al servicio de lo mal hecho.
Hacer las cosas bien es una cultura que se construye mediante un proceso de aprendizaje, el cual se inicia en el contexto familiar, luego aparece como parte de los contenidos que se enseñan en los programas de los diferentes niveles del Sistema Educativo Nacional, y luego se aplica y controla en los escenarios profesional, laboral y social. Si todos los miembros de una sociedad cumplen eficientemente con sus deberes y derechos, el bienestar colectivo y la buena imagen pública están garantizados.
Experiencias recientes locales, regionales e internacionales demuestran que cuando los líderes políticos, empresariales y sociales no realizan sus funciones y tareas como establecen la constitución, las leyes específicas y las normas establecidas, las sociedades a las que supuestamente deberían servir, se convierten en lugares inseguros y violadores del Estado de Derecho.

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