En República Dominica, como en otros países del mundo, existe en la psique de un segmento importante del liderazgo empresarial, político, gremial, religioso y social, la falsa apreciación de creer que siempre añade valor a su reputación, credibilidad e imagen pública, el hecho de no dar la cara y asumir con responsabilidad las consecuencias de sus malas decisiones y actuaciones.
Hoy, no importa que tan grande sea la ignorancia y la miopía de las audiencias, simple y llanamente no es posible vivir como avestruz sin pagar un alto precio por ello.
Las relaciones públicas éticas y profesionales sugieren que para prevenir daños irreparables a la reputación y a la credibilidad corporativa y personal, lo más efectivo es ser responsable, dar la cara y hacer lo correcto siempre en cada momento, lugar y circunstancia. Los líderes y las organizaciones que asumen como parte de su filosofía de vida, lo relativo a dar la cara y responder por sus hechos, son menos proclives a recibir condenas sociales. Sin duda, en esta época de redes sociales, en la que lo malo, más que lo bueno, se sabe, se dice y se viraliza con rapidez, lo más sensato es evitar ruidos negativos, dar la cara por los errores cometidos y hacer lo correcto correctamente. En pocas palabras, desde la mirada trasparente de las relaciones públicas, hacer lo correcto y dar la cara es: no traficar con la verdad, no ocultar la realidad, cumplir las promesas, practicar la solidaridad siempre, no violar los límites positivos, no sobornar para ganar concursos millonarios, no incurrir en prácticas gerenciales que fomenten la corrupción y la impunidad, no emplear el poder persuasivo de los medios de comunicación para mantener la atención de los públicos lejos de los verdaderos problemas sociales, así como pensar, decidir, actuar y hablar con justicia. Cuando las sociedades, las empresas, las instituciones y las marcas asumen como cultura el hacer lo correcto, como parte de los principios y valores que guían su pensamiento, sus decisiones, su praxis y su discurso, tienen más y mejores posibilidades de alcanzar un desarrollo sostenible, equitativo y armónico.
Crear las condiciones objetivas y subjetivas para hacer lo correcto en lo social, en lo corporativo, en lo laboral, en lo familiar y en lo profesional, implica invertir mucho tiempo, esfuerzo, creatividad y dinero. Pese a ello, su justificación se valida por la cantidad y calidad de los beneficios que se obtienen a partir de ésta.