El mejor y más sublime deseo para un país como República Dominicana, el cual ha tenido que pagar un altísimo precio para que sus ciudadanos, instituciones y empresas vivan en un Estado social y democrático de derecho, es que el gobierno de las leyes tenga más primacía que el de los hombres. Se ha demostrado que la institucionalidad de la democracia solo es posible cuando los que gobiernan respetan y facilitan el cumplimiento de los mandatos de la Constitución y las leyes.
El inicio de un nuevo año siempre será una buena ocasión para reflexionar y planificar objetivos y metas relevantes. En este sentido, es importante que todos los ciudadanos dominicanos piencen en diferentes mecanismos para lograr que el gobierno de las leyes tenga un mejor desempeño, ya que hasta ahora el de los hombres se ha ejercido para defender y facilitar la corrupción y la impunidad, para favorecer intereses de grupos privados y de personas particulares. Un buen gobierno es aquel que decide y actúa respetando las leyes en todo momento, lugar y circunstancia.
Cuando el poder y la autoridad del gobierno de los hombres se ejercen al margen del espíritu de las leyes, lo más lógico y natural es que se produzcan situaciones adversas a la estabilidad democrática y al bienestar colectivo. En las sociedades que prima el gobierno de las leyes es casi imposible que los gobernantes utilicen los recursos del Estado para satisfacer necesidades, intereses y caprichos personales. En definitiva, a los ciudadanos dominicanos les conviene más el gobierno de las leyes que el de los hombres.
El buen gobernante es aquel que gobierna respetando la Constitución y las leyes, de las que no puede disponer libremente porque lo trascienden. En República Dominicana el gobierno de los hombres se ha impuesto al de las leyes.02