Siempre se ha dicho que el rol estratégico de la Universidad consiste en crear y mantener un entorno integral y pertinente de aprendizaje, en el que los individuos se formen como sujetos críticos e impulsores de cambios en las distintas ramas del saber. Además, se espera que la Universidad sea la institución con suficiente liderazgo, autoridad y reputación para orientar científicamente a los que diseñan e implementan políticas públicas, así como a los agentes responsables de establecer el modelo de desarrollo económico y social. En teoría, la misión de la universidad es formar profesionales, cuyos conocimientos faciliten poner la ciencia y la investigación al servicio del bien común.
A propósito de los desafíos que tiene la universidad del presente siglo, durante los días 21 y 22 de mayo de 2018, en Salamanca, España, más de 600 líderes y representantes académicos de 26 países asistieron al “IV Encuentro Internacional Universia de Rectores”. En éste se reflexionó acerca de los cambios de paradigma que condicionarán la actuación futura de las universidades en la sociedad y la economía del conocimiento. Como conclusión de dicho encuentro, los asistentes elaboraron y aprobaron un documento denominado: La Declaración de Salamanca, en la que se plantean las directrices estratégicas que habrán de seguir las instituciones de educación superior, de cara a las oportunidades y amenazas del presente siglo.
En el documento se describen los tres ejes que deberán de asumir como oportunidades de mejora las Universidades: Formar y aprender en un mundo digital, investigar en la universidad: ¿un paradigma en revisión? y la contribución al desarrollo social y territorial. Las reflexiones en torno al impacto social de la universidad, evidenciaron el rol de ésta como referente de equidad y diversidad y como agente transformador del sistema económico y social.