Los ciudadanos dominicanos merecen vivir en una sociedad que no sea el resultado de una gestión estratégica de la posverdad, la cual siempre ha sido empleada como recurso mediático para crear, cambiar y mantener verdades y realidades relativas, las que casi siempre favorecen intereses malsanos de determinados grupos económicos y políticos.
Detrás de la posverdad se esconden las mismas intenciones perversas de siempre: legitimar lo conseguido por la fuerza, justificar malas prácticas, hacer creer que el crecimiento de la economía contribuye a erradicar la desigualdad social, validar acciones incorrectas, persuadir y manipular la realidad, tergiversar determinadas informaciones, cambiar percepciones, posicionar perfiles de imagen pública sustentados solo en el parecer, imponer pretensiones y puntos de vista, inducir el curso de la opinión pública, etc.
Un segmento importante de los dominicanos anhela que en el 2019, el liderazgo político, empresarial, social, académico y profesional asuma una actitud más responsable y comprometida con respecto a las siguientes expectativas:
Desempeño eficiente del Poder Judicial, ya que cuando el talento humano responsable de administrar y aplicar las leyes, carece de ética, integridad y de indecencia de criterio profesional, nada ni nadie está seguro.
Poner atención especial a la inmigración, debido a que la entrada y permanecía de ciudadanos de otros países a República Dominicana, no puede continuar manejándose de manera coyuntural, solo para favorecer determinados intereses políticos y económicos. Las acciones para gestionar la inmigración deben alinearse al marco legal nacional y a los acuerdos internacionales. Facilitar que el muy bien mercadeado crecimiento de la economía impacte la calidad de vida de todos los dominicanos. Solo desde la mirada de la posverdad es posible explicar crecimiento económico e incremento de la deuda pública.