El valor de la imagen. Hoy más que ayer

El valor de la imagen. Hoy más que ayer

J. LUIS ROJAS.

Los viejos y nuevos medios masivos de comunicación están facilitando que los ciudadanos, clientes y consumidores cuenten con canales rápidos y eficientes, a través de los cuales puedan expresar libre y responsablemente sus respectivas opiniones en torno a lo que piensan, deciden, hablan y hacen las empresas, las instituciones y las marcas.

Hoy más que ayer, la tecnología de la información y la comunicación ha hecho posible que lo privado sea público. Los hechos pasados y presentes enseñan que hoy no es inteligente emplear estrategias mediáticas de relaciones públicas para traficar con la verdad y ocultar la realidad. Las características tangibles e intangibles que manifiestan los mercados nacionales, regionales y mundiales, en los que actualmente tienen que participar, competir y relacionarse los países, las empresas, las instituciones y las marcas, tienen como elementos comunes el respeto a las leyes, mejorar continuamente la productividad y competitividad en un ambiente ético y transparente, fomentar la producción limpia o verde, realizar esfuerzos sostenibles de responsabilidad social que añadan valor al bienestar común, entre otros requerimientos.

La facilidad y fluidez con que operan los medios de comunicación hoy, no permiten que las mentiras y malas prácticas permanezcan por mucho tiempo en las mentes de las audiencias. La mayoría de los ciudadanos/clientes actuales reaccionan negativamente cuando consideran que las empresas, las instituciones y las marcas les mienten o cuando éstas tratan de justificar públicamente el uso de malas prácticas. Tratar de justificar lo injustificable tiene un costo muy alto y una consecuencia negativa para la imagen pública.
Hoy más que ayer, las alianzas y acuerdos entre países, empresas, instituciones y marcas se han convertido en parte de las jugadas estratégicas viables para obtener logros sustentables positivos. Más allá del atajo que se decida tomar, siempre será necesario realizar una gestión integral y estratégica de los componentes tangibles e intangibles que inciden en la formación de las percepciones, actitudes y opiniones. Cuando la reputación, la credibilidad, la confianza, el servicio, la información y la imagen pública se asocian a lo negativo, no existen jugadas válidas de relaciones públicas que convenzan. El número de ciudadanos que vigila lo bueno y lo malo que piensan, dicen y hacen las organizaciones, cada vez será más grande, más crítico y más beligerante.

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