El turismo es uno de los sectores productivos que más aporta al producto interno bruto de República Dominicana. El turismo es una industria dinámica, integral y compleja. Las diversas actividades que sustentan su funcionamiento impactan a otros rubros que también inciden en el desarrollo de la economía. Por ejemplo, el transporte, la construcción, el comercio, la agricultura, la manufactura, las bebidas, el tabaco, el sector financiero, entre otros. Por lo general, las divisas que provienen de las actividades vinculadas a la industria turística suelen derramarse como la leche. Los ingresos de divisas generados por la industria turística son de alto valor agregado para sustentar políticas, programas y proyectos sociales que desarrolla el Estado dominicano. Además, las utilidades procedentes del quehacer turístico facilitan que el sector privado pueda producir empleos para mitigar algunas de las consecuencias derivadas de la pobreza.
El turismo es uno de los ejes que sirve de sustento al crecimiento de la economía dominicana. Sin duda, hay que cuidar la productividad y competitividad de la industria turística como la gallina de los huevos de oro. La industria turística como estrategia para construir bienestar colectivo, tiene que operar de manera integral a los sistemas educativos.
Hay que lograr que todos los ciudadanos, sin importar su estatus socioeconómico, tomen conciencia, valoricen y cuiden el turismo igual que la gallina de los huevos de oro. La misión y visión de los sistemas educativos tienen que estar alineados a los objetivos que persiguen los actores de la industria turística. Sin educación formal, superior, técnico profesional y ciudadana de calidad, no existe turismo competitivo y sostenible.
Tomando en cuenta el valor estratégico que tiene la industria turística para el desarrollo de la economía dominicana, es crucial que los principales líderes de dicho sector, tanto los que provienen del entorno público como del privado, se empeñen en diseñar, implementar y controlar estrategias creativas y eficientes, que permitan garantizar la productividad, competitividad y sostenibilidad del quehacer turístico en sus diversas dimensiones. En este orden, la primera estrategia a tomar en cuenta debería ser la relativa a educación. Los países que han podido erradicar la pobreza con las divisas que produce su industria turística, son los que han logrado incorporar el turismo a sus respectivos sistemas educativos.