Se ha establecido que la población humana mundial es el número total de personas que viven en todo el mundo en un momento determinado. En la actualidad, se dice que más de siete mil doscientos millones de seres humanos habitan el Planeta Tierra.
En este sentido, podría decirse que la Tierra es la gran casa común, en la que conviven personas con culturas, costumbres, creencias, normas y leyes diferentes, así como la flora y la fauna.
En los últimos 40 años, algunos líderes políticos, religiosos, sociales, empresariales e intelectuales, así como representantes de organismos mundiales, defensores del medio ambiente, de los derechos humanos y ciudadanos, han estado elevando sus voces y realizando acciones puntuales, tratando de sensibilizar a los que de manera continua y consciente agreden la casa de todos, la Tierra.
No importa que tan grande sea el poder político, económico y social que posean los pueblos, los estados, los gobiernos, las corporaciones y las grandes marcas trasnacionales, nadie tiene derecho a dañar ni apropiarse de los bienes comunes.
Las iniciativas que buscan evitar convertir el Planeta Tierra en un montón de porquería, de las cuales solo se benefician los más ricos, se iniciaron con la Cumbre de la Tierra de Estocolmo, organizada por las Naciones Unidas del 5 al 16 de junio de 1972.
La Cumbre de Estocolmo es considerada como el comienzo de la conciencia moderna, política y pública de los problemas ambientales globales.
En la misma, se reunieron representantes de 113 países, 19 organismos intergubernamentales, y más de 400 organizaciones intergubernamentales y no gubernamentales.
En dicha cumbre se declaró, entre otros principios, que los recursos naturales de la Tierra, incluidos el aire, el agua, la tierra, la flora y la fauna y especialmente muestras representativas de los ecosistemas naturales, deben preservarse en beneficio de las generaciones presentes y futuras mediante cuidadosa planificación u ordenación.
Además, se decidió que los estados deberían adoptar un enfoque integrado y coordinado de la planificación de su desarrollo, de modo que quede asegurada la compatibilidad del desarrollo con la necesidad de proteger y mejorar el medio humano en beneficio de su población.Cada vez son más las voces autorizadas que se expresan a favor de una cultura mundial de protección a la casa común, la Tierra.