No existen motivos ni razones para dejar de creer que los retos y desafíos a los que se enfrenta y enfrentará el mundo de hoy son muchos, variados y complejos.
“Las nuevas tecnologías están cambiando la manera en la que vivimos, trabajamos y nos relacionamos los unos con los otros, y la velocidad, amplitud y profundidad de esta revolución nos están obligando a repensar cómo los países se desarrollan, cómo las organizaciones generan valor e incluso qué significa ser humanos”. (La cuarta revolución industrial, Klaus Schwab, 2017).
Sin lugar a dudas, las reflexiones que sistematiza el fundador y director general del Foro Económico Mundial, Klaus Schwab, en su más reciente libro: “La cuarta revolución industrial”, son referentes ineludibles para el talento humano que tiene la responsabilidad de diseñar e implementar las macro-políticas sociales, económicas y educativas, con las que se busca viabilizar el bienestar común de los ciudadanos.
El mundo ha cambiado. La forma y los ambientes de aprendizaje también tienen que montarse en la ola del cambio.
El aprendizaje, sin importar que sea formal, informal, presencial, virtual, semipresencial, etcétera, hay que repensarlo tomando como punto de referencia las características que definen a la cuarta revolución industrial.
Hoy más que nunca, los que facilitan y protagonizan los aprendizajes tienen la responsabilidad colectiva de establecer un porvenir en el que la innovación y la tecnología sirvan de plataforma para mejorar la calidad de vida de las personas.
“Un mundo verdaderamente próspero es aquel en el que cada individuo se siente capaz de vivir una vida plena y con aspiraciones.
Las empresas tienen un papel fundamental en la construcción de ese tipo de mundo”. (Ana Botín, Presidenta del Banco Santander).