Las elecciones municipales que tendremos el próximo mes de febrero tiene varias lecturas. En su versión estrictamente política significa una suerte de ensayo relacionado con las congresuales y presidenciales de mayo. Un reduccionismo propio de una sociedad hiperpolitizada en la que todo, básicamente, se reduce al simple cálculo de quien gana y quien pierde adeptos en términos de votos y/o representantes en las instancias de los poderes del Estado. Otra lectura es qué significan estas elecciones para el futuro del país, teniendo en cuenta que desde los años 80 el tema del poder local se ha convertido en un nuevo paradigma de desarrollo económico…y político.
La revolución industrial constituyó un cambio radical en las relaciones campo/ciudad/regiones y países, en las instituciones políticas, las relaciones interpersonales y en las familiares. Esta “revolución forzó la separación entre hogar y lugar de trabajo, la revolución digital los lleva a unirse de nuevo; veremos una creciente cantidad de trabajo en casa gracias a la electrónica y, como consecuencia, veremos una creciente demanda de espacio en el hogar para realizarlo”, William J. Michell 2022).
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Hoy día la necesidad de la virtualización del trabajo determina que las partes de algunos productos sean hechas en diversas ciudades, regiones y de países a decenas de miles de kilómetros de distancia entre ellos, confiriéndole una nueva dimensión económica y política/estratégica al territorio. En esta época de revolución tecnológica, el teletrabajo, el turismo de salud, la segunda vivienda no solo para fines de semana sino como lugar de trabajo para (nacionales y extranjeros), reorienta la inversión de capital en el territorio, demandando nuevos lugares para su reproducción y nuevas competencias entre ciudades y países por atraer inversiones y talentos.
A ese fenómeno le acompaña una tendencia hacia la búsqueda de suelo, generalmente barato y degradad, por parte del ejército de excluidos espacial, laboral y socialmente aglomerado cerca de los nuevos enclaves productores de riqueza, sobre todo aquellos dedicados al desarrollo turístico. Crece también el fenómeno de la criminalidad y la depredación de recursos naturales que acentúan los efectos del cambio climático. Ni los partidos ni los candidatos evidencian haber comprendido esta circunstancia. Si vemos la propaganda de la generalidad de esos candidatos podríamos llegar a esa lamentable conclusión. Los rostros de estos, sus ensayadas y estandarizadas sonrisas y sus consignas son prácticamente las mismas: “tu alcalde”, “mi alcalde”, “tu regidor” “tu amigo”, “el que resuelve”, son sus consignas/propuestas.