Elecciones ¿y?

Elecciones ¿y?

Bonaparte Gautreaux Piñeyro

1962, el pueblo votó por el candidato que le gustaba a las Fuerzas Armadas, Juan Bosch, siete meses después se vira la tortilla y los mismos guardias derrocan el gobierno: habían hablado los grandes electores, el gobierno norteamericano, la iglesia católica, los ricos comerciantes contrabandistas y evasores de impuestos y algunos empresarios.

1965, el Partido Revolucionario Dominicano y militares democráticos encabezan la Revolución de Abril, derrocan el gobierno de facto y restablecen la constitucionalidad interrumpida el 25 de setiembre de 1963 con el golpe de Estado a Bosch.

Rota la línea de mando, los comandantes locales dudan, esperan, prometen lealtad, mientras cobarde y, traidoramente, se unen al Gran Elector cuando invade el país para impedir la vuelta a la normalidad constitucional.

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Sellan su traición a la Patria cuando pelean junto a tropas norteamericanas contra los constitucionalistas.

El ejemplo de la revolución constitucionalista de 1965 inspiró importantes movimientos de militares que despertaron, en Perú, encabezados por el general Juan Velazco Alvarado (Operación Inca) y la acción del general Omar Torrijos, quien encabezó las gestiones hasta lograr que reinara la soberanía panameña sobre el canal.

Hay pues, elecciones y elecciones, resultados y resultados, respeto a la voluntad popular es cierto, pero también hay imposiciones contra la voluntad popular manejados con gran sutileza bajo la sombrilla de leyes acomodadas a determinadas realidades.

1978. El pueblo vota por Antonio Guzmán y el PRD, la gente del candidato contrario: Joaquín Balaguer, tiene las FF. AA. y una increíble capacidad de maniobras dolosas, ilegales, para mantenerse en el poder.

Las Fuerzas Armadas detienen la cuenta de los votos, crean una crisis, el país está en vilo, interviene el Gran Elector: el Poder Norteamericano, el proceso continúa, Guzmán y el PRD resultan ganadores, esta vez, la guardia bajo la guardia y obedeció ¡Qué viva la democracia!

Está comprobado que, en innúmeras ocasiones, las Fuerzas Armadas actúan en política de manera contraria a la voluntad popular, dividen la opinión pública, luego, recomponer la confianza da una lucha que no se puede medir.

Hoy, hay en América dos casos interesantes: Haití y Venezuela en ambos países hay un elemento común: las elecciones.

En Venezuela, las Fuerzas Armadas votan por la continuidad del gobierno, por ello el general Padrino López da la cara, es su gobierno, es su marrulla, es su batalla, su momento de defender sus intereses y los de muchos socios, no son Nicolas Maduro y Diosdado Cabello los únicos obstáculos para la liberación de la Patria del Libertador, es el guardia con el tolete.

En Haití, creer que unas elecciones serán libres y definitivas es un paño con pasta a la realidad ¿Qué legitimidad puede haber en un país sin registro civil?

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