Elecciones y fórmulas ¡bah!

Elecciones y fórmulas ¡bah!

Bonaparte Gautreaux Piñeyro

La primera vez que participé en unas elecciones nacionales fue en 1952, Fui secretario de una mesa electoral en Palo Alto, Barahona. Como elector, tengo algunos años participando en lo que debía ser una demostración de poder de la mayoría, la cual es desvirtuada por la fuerza de dos o tres pesos para comprar votos o la de un policía abusador y reaccionario, matasiete, que cree cumplir su deber obedeciendo órdenes de una autoridad civil que desborda su límite, violando la Constitución y las leyes.

Una de las debilidades más fuertes y profundas del sistema democrático se manifiesta en las elecciones de los funcionarios de distintos niveles que se celebran, se llevan a cabo periódicamente.

El ciudadano, en nuestro país, sólo tiene una oportunidad de hacer llegar su voz a los altos niveles de poder político de la Nación cuando ejerce su voto, cada cuatro años, para elegir Presidente y Vicepresidente de la República, Senadores, Diputados, Alcaldes y sus suplentes.

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Luego, un largo periodo de alejamiento de esas autoridades abrumadas por la imposibilidad de cumplir sus mentirosas promesas con las que engañan a sus seguidores.

De ganar el partido, llegó el momento de alejarse de la militancia, ávida de sueldos, canonjías, coimas, hambrienta de los más pequeños y absurdos disfrutes de la mesa de grandes banquetes regados por buenos tragos y ricos postres.

Los mecanismos de dominación de la llamada democracia son sutiles y brutales, como sea necesario, y se aplican sin piedad, sin miramientos, bajo la divisa de que “el fin justifica los medios”

Volvemos a un carnaval de comparsas de malos músicos y peores actores, aprendices de brujos, expertos en ocultar la verdad cuyos discursos deben ser decodificaos con un patrón puesto sobre los mismos, para descubrir y desgallar la paja del grano y determinar qué lo que se tiene entre manos no es paja ni es plomito, sino viceversa.

Hoy 14 de Junio mientras escribo este texto escucho la conmemoración de la epopeya del 14 de Junio de 1965 en la sede del Partido de los Trabajadores, comprado por Leonel Fernández quizá con la intención de sustituir la figura de Juan Bosch y un Partido de la Liberación Dominicana que hizo agua por tantos agujeros hechos por sus corruptos dirigentes.

Son tan descarados que usan como buque insignia la figura del amigo Esteban Díaz Jáquez y no hablan del legendario González Espinosa (Guayubín) ¡ay! adonde ha caído el 14 de Junio.

Así se manejan las elecciones

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