Cuando Pablo Rafael Casimiro Castro fue víctima del atentado que casi le costó la vida, el 4 de mayo de 1967, el doctor Eliseo Rondón Sánchez se ofreció para tratarlo porque era el único médico dominicano especializado en quemaduras con fósforo blanco, egresado del Columbia Presbyterian Medical Center, y tenía más conocimiento para atenderlo que cualquier otro en el país. Pero el resultado de su propuesta fue que al otro día le entregaron su cancelación y lo sacaron desarmado y custodiado por dos guardias de la Base Aérea de San Isidro, donde prestaba servicio como asimilado.
Después se desató contra él una fuerte persecución y debió ocultarse.
“A mí no hay quien me borre de la mente que el atentado procedió del mismo Balaguer, que era quien manejaba a los incontrolables. Todo el mundo sabía que fue Balaguer”, reitera. “El fósforo blanco, explica, no se conocía en República Dominicana, ese fue el primer caso, pero la gente de Trujillo y de Balaguer siempre tenía suplidores para todas las cosas malas”, significa.
Asegura que si hubiese atendido a la víctima y a su chofer probablemente no los sacan al extranjero.
El tratamiento, manifiesta, consistía en “quitarle el fósforo de encima, él empeoró porque eso no se hizo y el fósforo blanco sique quemando. Después había que controlarlo con electrolitos, tratarle la herida con suero salino y posteriormente realizarle el injerto”.
Rondón Sánchez se refirió al caso en reacción a informes confidenciales de altos jefes militares al expresidente Joaquín Balaguer sobre el acontecimiento, que reposan en el Fondo Presidencia del AGN y que fueron publicados en Areíto.
En 1967, tras conocer la noticia, el doctor Luis Fernández Guerrero sugirió a Rondón, ortopeda y traumatólogo con atención especial en cirugía de las manos, que se pusiera a disposición del doctor Abel González en cuyo centro estaba Castro.
González era su “gran maestro” y entrañable amigo. “Lo llamé desde la oficina del director de la Fuerza Aérea, Jacobo Álvarez Albizu, le aconsejé lo que conocía sobre el tratamiento porque las quemaduras de fósforo blanco son diferentes a cualquier otra. Por otra parte, la sala donde se hace la limpieza debe estar a oscuras y solo se puede usar, si es posible, luz ultravioleta y aquí no había nada de eso, no se conocía”.
El fósforo blanco, agrega, “se siembra dentro de los tejidos y si no se elimina sigue quemando y forma escaras grandísimas”.
Cancelado.
¿Por qué destituyeron y persiguieron a quien pudo salvar la vida del senador por Pedernales y su chofer Manuel Matos Ferreras? Para muchos es tan misterioso como que aún no se conozcan los responsables del asalto y a que en ese expediente no hay un dato en torno a alguna investigación. Balaguer, sin embargo, seguía con interés la evolución del paciente. Eliseo comenta que para los militares “yo era uno de los más grandes comunistas y solo esperaban sacarme y eso coincidió con el atentado”.
Cuenta que creó hábito de lectura en el hospital Marión con Abel González, que le regaló “La hora 25” “y el hecho de que viviera leyendo molestaba a los oficiales”. Refiere que compró “El capital” “y no he vuelto a abrirlo porque desde que comencé vi que trata asuntos económicos y a mí no me interesa ese tema”.
Desde el trujillato.
Eliseo nació en Hato Mayor el 16 de noviembre de 1928, hijo de Eliseo Rondón y Julia Sánchez. Es de los seguidores iniciales de la escuela alemana del doctor George de San Pedro de Macorís. “Mi primer profesor de ortopedia fue Manuel Vincitore Giannoni”. Ingresó a la Universidad de Santo Domingo en 1950 y se graduó en 1958 junto a Nicolás Pichardo, Moscoso Puello, Rafael Damirón, Félix Goico, “Capellán” y otros. Tuvo que ingresar a la milicia para poder continuar los estudios que fueron interrumpidos dos años porque la familia cayó presa por ser pariente de Ulises Sánchez, que se “enemistó con Olivo García y con Trujillo y se unió al exilio de La Habana”. Regresó y fue presentado como colaborador del régimen “pero el Viernes Santo lo mataron a puñaladas en la iglesia San Juan Bosco”.
Rondón fue reintegrado a San Isidro como asistente de Vincitore, a quien luego sustituyó como jefe del Servicio de Ortopedia porque al reputado médico “lo llamaron para inyectarle drogas a la mujer de Ramfis y él se negó. Ese mismo día lo sacaron”, expresa.
Eliseo, quien está casado con Mercedes Vidal, madre de sus hijos Nadia Mercedes, Omar Carlos, Eliseo y Michel, se retiró de la medicina pese a su lucidez y perfecto estado físico.
Fue el primero que manejó ultrasonido en el país y ha ofrecido asistencia a pacientes quemados en casi todas las clínicas y hospitales de Santo Domingo y San Cristóbal. Fue profesor en la UASD y está entre los fundadores de la Sociedad de Ortopedia. Creó la Residencia de esa especialidad en el Darío Contreras y trabajó honorífico en el Centro de Rehabilitación. Fue presidente del Colegio Médico Dominicano y amigo de Juan Bosch “hasta su muerte”.
Tiene historias sorprendentes sobre sus atenciones a Juan de Dios Ventura Simó tras apresarlo, y a Pedro Livio Cedeño y Huáscar Tejeda después del tiranicidio. “Huáscar fue quien realmente mató a Trujillo”, afirma. “Cuando Zacarías sale, Trujillo se para en la puerta, herido, y el que estaba más próximo era Huáscar y le dio un tiro en la cara”.
Lo sabe porque Tejeda se lo contó a él y a los doctores Antonio Baza y Luis Fernández, después que lo interrogó un investigador. “Lo habían torturado en la silla eléctrica, no se podía mover, tenía los hombros quemados y las rodillas hinchadas. Nos lo trajeron para rehabilitarlo por la entrevista”.
“Teníamos en la planta baja a Pedro Livio Cedeño. Cuando lo llevaron a la clínica Internacional ya se sabía que a Trujillo lo habían matado y lo pusieron bajo vigilancia de médicos militares. El servicio lo hizo Radhamés Cabrera. Cedeño fue operado por Abel González y González Cruz y el anestesista fue Humberto Hernández. Al otro día lo llevaron a San Isidro. Le dimos seguimiento a las heridas. El primer teniente Julio Brache Arzeno, cirujano, participó en las atenciones a Pedro Livio. Después fue su reunión con la prensa”.
Rondón había planificado retirarse a los 70 años pero lo hizo a los 76. Ahora tiene 86. Atribuye su excelente salud a que camina, realiza trabajos de plomería, jardinería, electricidad, participa de una peña semanal y aunque es hipertenso toma sus medicinas. “Aprendí que hay que reitrarse a tiempo aunque uno piense que está en condiciones de seguir”.