Ellos merecen mejores condiciones. Mezquinos, muchos han alzado la voz para protestar como si los derechos de ellos no valieran o valieran menos que los nuestros.
Convencidos de que el tener trabajadores domésticos es un derecho y una necesidad, más que un privilegio, se oponen a la formalización del sector porque entienden que no podrán pagarlo.
Es cierto que muchas familias necesitan tener a alguien en casa para que cuide a sus hijos y no ganan lo suficiente para pagar mucho más por ello. Eso, sin embargo, no justifica que se siga explotando a un sector que suele ser maltratado y abusado.
En un país en el que la falta de formación condena a muchos al trabajo doméstico se ha querido entender que son empleados de quinta categoría, negándoles cosas tan elementales como la seguridad social.
Eso tiene que cambiar pero, además, se necesita mejorar el ingreso de las familias y darles opciones, como guarderías, para resolver el tema de los cuidados.
Ojalá que las discusiones sean profundas, que revisen los ingresos de quienes trabajan por días o por mes pero también que sirvan para mirar hacia otros lados como la realidad de los deliverys y los empacadores de los supermercados. Ellos, como los que trabajan en nuestras casas, tienen derechos y verdaderamente ignorados.