Mujeres, hombres, jóvenes y niños se agolpan a las puertas de las oficinas de migración en Puerto Príncipe, con el objetivo que conseguir un pasaporte que les permita marcharse de Haití y escapar de una inseguridad y una crisis que lo inundan todo.
Desde el lanzamiento este año del programa humanitario del Gobierno de EE.UU. que otorga permisos migratorios a ciudadanos de Haití, Nicaragua, Venezuela y Cuba, alrededor de 2.000 haitianos acuden a diario a esas dependencias en busca de un pasaporte para poder emprender así viaje a Estados Unidos.
Muchos de ellos optan por dormir en el exterior de las oficinas para ser de los primeros en entrar cuando se abren las puertas.
“Anoche mi bebé y yo dormimos en el suelo”, contó a EFE una mujer en las proximidades de una de estas sedes a pocos kilómetros del Palacio Nacional, en el centro de Puerto Príncipe.
Este es el día a día en la práctica totalidad de los centros de inmigración de Puerto Príncipe y de ciudades de provincia, donde miles de personas se ven envueltas en un ambiente de confusión, conflicto, pesar, frustración y también de rechazo ante la incapacidad de las autoridades de entregar documentos de identidad a su población.