En su bondad y sencillez y en la especial ternura con que trataba imperturbable a sus inquietos pacientes, no se advertía que era un genio de la medicina, un científico y acucioso investigador y descubridor de fórmulas y tratamientos que devolvieron la salud a cientos de pacientes acechados por la muerte.
No solo ejerció como médico, fue uno de los más prominentes pediatras de su tiempo, impartió cátedras universitarias, escribió libros y artículos sobre sus experiencias y especialidades, participó en campañas masivas de vacunación, como la de 1981 que “yuguló” la epidemia de poliomielitis. A él se le reconoce “como figura clave en la erradicación del polio en República Dominicana”.
Era apasionado deportista que no aplaudía únicamente los éxitos del equipo de su simpatía, Leones del Escogido. En su juventud fue cronista deportivo en su natal San Pedro de Macorís, y por sus contribuciones al deporte nacional se le distinguió como Presidente Permanente del Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano desde la fundación de esa institución en 1967.
Y lo fue también del Comité Olímpico Dominicano, del Escogido Béisbol Club, de la Comisión de Boxeo de San Pedro de Macorís. Le seleccionaron, además, como Director Médico de los XII Juegos Deportivos, Centroamericanos y del Caribe que tuvieron como sede a Santo Domingo, en 1974.
Pero el rasgo que más se destacaba en ese temperamento sensible y dulce que fue Emil Kasse Acta, era la atención desinteresada y la entrega a niños pobres, labor que inició en el antiguo Hospital Infantil “Ramfis” y en el “Juan Pablo Pina”, de San Cristóbal, entre 1952 y 1954, y que continuó en su primer consultorio, el “María Altagracia”, en la calle “Estrelleta”, y finalmente en su Centro de Pediatría y Especialidades, el sueño de su vida que cristalizó el 28 de octubre de 1975, y al que se entregó con tal pasión que en sus últimos días asistía a sus enfermitos de pie, respirando desde un tanque de oxígeno.
Fue siempre consultante honorario del hospital “Doctor Robert Reid Cabral”, antiguo “Angelita”, y apoyó a la Asociación Dominicana de Rehabilitación, de la que fue vicepresidente.
La gratitud de los padres de los niños que Kasse Acta atendía con tan inusitado amor, se expresaba bautizándolos como Emil, y ese nombre se hizo común entre docenas de recién nacidos del país.
Emil también fue un referente internacional, demandado en otros países por sus profundos conocimientos y vivencias con soluciones a males de la infancia. Sus trabajos en congresos alrededor del mundo le hicieron acreedor de presidencias como la de la Asociación Latinoamericana de Pediatría, en dos oportunidades, y la membrecía de honor de otras entidades, entre las que destaca la Academia Americana de Pediatría.
Las placas y condecoraciones en su honor abundaban en las paredes de su centro. Los hospitales y clínicas privados agradecían sus aportes al mejoramiento de los servicios en esos centros, como también era elocuente la gratitud de jóvenes pediatras recién egresados a los que acogió en “Pediatría y Especialidades” para que iniciaran prácticas bajo su supervisión.
La medicina y el servicio humanitario fueron la vida de este espíritu filantrópico. Bajaba desde el avión de los congresos a las habitaciones del Centro a visitar a sus pequeños internos, a los que también atendía en su propio hogar, en casos de emergencia. Y gratis.
Genealogía. Emil nació el 28 de octubre de 1924, hijo de Abraham Kasse y Rosa Salime Acta, árabes, padres también de Rafael, Wilfredo y Clara.
Tras finalizar el bachillerato ingresó a la Universidad de Santo Domingo, donde se graduó como médico en 1952. Además de español hablaba inglés perfectamente y a la práctica médica agregaba en su tiempo libre el juego de softbol, se complacía en viajar y escribir y era un consumado lector.
Durante años escribió en la prensa su columna “El tambor azul”, de temas diversos e impartía las materias anatomía, fisiología y pediatría en la Universidad Mundial, la Universidad Central del Este y la Autónoma de Santo Domingo. Publicó los libros Orientación pediátrica; Conceptos misceláneos sobre ética profesional; Eficacia y deficiencia de programas de atención primaria de salud; Memorias del Primer Congreso Antillano de Pediatría y trabajos en revistas especializadas.
Se casó por primera vez con Trina Vega Mañón, madre de sus hijos Emyl y Gloria Salime. Tras el divorcio, contrajo matrimonio con Sena Henríquez, su hoy viuda.
Falleció el 13 de agosto de 1994 y su sepelio concentró muchedumbres tanto en la funeraria como en el camposanto, donde Luis Scheker Ortiz, Antonio Chabebe, Susana Heredia, Julio Manuel Rodríguez Grullón y Euclides Gutiérrez pronunciaron conmovedores panegíricos.
“Legado de nobleza”. Emil y Gloria Salime dan testimonio de que Kasse Acta “fue un padre excelente, siempre preocupado por nosotros, chistoso, cariñoso. Nos dejó un legado de nobleza, humildad, rectitud e integridad con su ejemplo de hombre de bien”.
Su profesión, agregan, fue su vida, no un trabajo. “Sin importar si tenían o no dinero, atendía a sus pacientes con la misma dedicación y entrega. Lo admiramos siempre y tratamos de imitarlo siendo personas de bien, rectas, humildes”, significaron.
La calle. Por ley del Congreso Nacional, el 11 de mayo de 1999 se le dio el nombre de Emil Kasse Acta a la antigua “Calle D”, del sector La Arboleda, del ensanche Naco.