El presidente Emmanuel Macron fue reelegido por un cómodo margen a un segundo período ayer, lo que desató suspiros de alivio entre sus aliados de que la nación europea con arsenal nuclear no se distanciará abruptamente de las labores de la Unión Europea y la OTAN para sancionar y contener el expansionismo militar de Rusia en Ucrania.
Un segundo período de 5 años para el gobernante centrista de 44 años le ahorra a Francia y a Europa la convulsión sísmica de tener en el timón francés a Marine Le Pen, la aspirante de extrema derecha de 53 años que rápidamente aceptó su derrota pero que de todas formas parecía encaminada a obtener su mayor respaldo electoral a sus políticas nacionalistas.
Reconociendo que “un numeroso” grupo de personas votaron por él simplemente para impedir que Le Pen llegara a la presidencia, Macron prometió reunificar a un país que está “lleno de tantas dudas, de tantas divisiones” y a trabajar para mitigar la molestia de los votantes franceses que impulsó la campaña de Le Pen.
“Nadie será dejado de lado”, declaró Macron en su discurso con la Torre Eiffel de fondo y una proyección con los colores de la bandera francesa. Fue ovacionado por cientos de simpatizantes que ondeaban banderas de Francia y Unión Europea.
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“Tenemos mucho por hacer y la guerra en Ucrania nos recuerda que atravesamos tiempos trágicos en los que Francia debe hacer escuchar su voz”, subrayó Macron.
Durante su campaña, Le Pen se comprometió a diluir los vínculos de París con la UE, la OTAN y Alemania, medidas que habrían sacudido la arquitectura de seguridad de Europa en un momento en que el continente hace frente a su peor conflicto desde la Segunda Guerra Mundial.
Le Pen también habló contra las sanciones del bloque a los suministros de energía de Rusia y enfrentó escrutinio durante la campaña por sus vínculos amistosos previos con el Kremlin.
Con el 57%
Con el 97 % del voto escrutado, consiguió el 57.41 % de los votos, con lo que vio como se evaporaba la mitad de la ventaja que hace 5 años le permitió ganar la Presidencia, lo que muestra las heridas abiertas en el país por un periodo marcado por las crisis, desde los “chalecos amarillos” a la pandemia.
Otro signo inquietante es la baja participación, con abstención se situó en 27,63 %, la más alta en medio siglo en segunda vuelta.