La ley manda y sus dictados se acatan. Obligatorio es el cumplimiento de plazos establecidos, irremisible y sancionable no hacerlo. El proceso electoral es dinámico y los mandatos se suceden con tal rapidez que exigen la ejecución inmediata de acciones previstas, aún vigentes, inalteradas, contenidas en la ley 33-18 de Partidos, Agrupaciones y Movimientos Políticos, promulgada el 13 de agosto del año 2018 y la ley Orgánica de Régimen Electoral, promulgada el 18 de febrero del año 2019.
Después de la celebración de las primeras elecciones Primarias Simultáneas, el 6 de octubre, modalidad elegida por el Partido de la Liberación Dominicana -PLD- y el Partido Revolucionario Moderno -PRM- para la escogencia de los candidatos y candidatas que serán postulados “a cargos de elección popular en las elecciones nacionales, provinciales, municipales y de distritos municipales”, las tareas legales son apremiantes. Es a la Junta Central Electoral -JCE- que corresponde “… organizar, administrar, supervisar y arbitrar el proceso…” en tal virtud, en un plazo no mayor de 5 días, después de las votaciones, debe dar a conocer el cómputo final, como fue hecho.
La realización de estas primeras primarias fue pautada por el consenso entre los partidos políticos participantes y la JCE para implementar el voto automatizado, creado hace 11 años por la Dirección de Informática de la JCE y auscultado, perfeccionado, hasta lograr un sistema que enorgullece a la institución.
Cumplidas las exigencias previstas en los artículos51 y siguientes de la ley 33-18 relativas al escrutinio, la JCE dispuso, el 9 de octubre, la auditoría de la totalidad de los votos físicos emitidos a favor de las candidaturas presidenciales de uno de los partidos y el día 12 de octubre fue publicada la proclamación de las candidaturas electas. Revisados los resultados, con la minuciosidad que caracteriza a la Dirección Nacional de Elecciones y a la Dirección de Informática de la JCE, cualidad reconocida por las delegaciones políticas y técnicas de los partidos, acreditadas en la JCE, se determinó el empate en 22 candidaturas correspondientes al PRM,en las demarcaciones de Azua, Baitoa, Boca Chica, Jima Abajo, Las Guáranas, Las Matas de Farfán, Las Terrenas, Los Alcarrizos, Los Llanos, Los Ríos, Monción, Montecristi, Padre Las Casas, Pepillo Salcedo, Polo, Puerto Plata, San Juan de la Maguana, Tamayo, Vicente Noble, Villa Altagracia, Villa La Mata. Cinco correspondieron al PLD en: Mella, La Ciénaga, Rancho Arriba, Moca, Las Matas.
Se trata de vocales, regidoras, suplentes y un alcalde en El Peñón. Empates con un voto, como fue el caso de una suplente a regidor, hasta 267 para la misma posición. Como dispone la ley, para el desempate, fueron convocados los candidatos, las directivas de las juntas electorales correspondientes y, con la presencia de los delegados políticos y técnicos, el Director Nacional de Elecciones, Mario Núñez Valdez, condujo el ceremonial. El pleno de la JCE, presidido por Julio César Castaños Guzmán, estuvo presente en tan importante actividad.
Hubo expectación, camaradería, abrazos. La norma prevé que el azar decida. Los nombres de los candidatos se inscriben en dos tarjetas distintas y el presidente de la junta electoral correspondiente, coloca cada una de las inscripciones en un sobre, ante los miembros de la Junta y de los representantes de los partidos políticos que presentan las candidaturas. Los sobres se introducen en un receptáculo y dos vocales de la junta mueven el recipiente. El secretario, que no debe estar presente antes, saca el sobre, lo entrega al presidente y este leerá el nombre de la persona agraciada. Así se hizo. Fue un estupendo y ejemplar ejercicio democrático. Una manifestación de madurez, de entereza, para asumir y entender ese trance que arriesga tanto como es el de perder y ganar. Tranquilos, en el auditorio de la JCE, estaban los candidatos y las candidatas, con sus sueños a cuestas y la emoción a flor de piel. Cuánto se aprende con “los humildes, los del montón salidos.” Cuanto, cuando la sencillez es norma inviolable, como escribe Norberto James en uno de sus “Seis Poemas.”