Un suceso como la masiva votación del domingo a favor del economista Luis Abinader, electo presidente de la República, y el amplio respaldo popular hacia el joven Partido Revolucionario Moderno (PRM), puede servir, en términos históricos, como punto de referencia para fechar los hechos políticos anteriores y posteriores a tales acontecimientos.
La inapelable victoria de Abinader (53%) en primera vuelta convirtió el 5 de julio del 2020 en el punto de partida de una cronología particular, la época notable en la cual empieza un nuevo orden de cosas para la vida democrática dominicana. Si este periodo institucional será un ciclo corto (4 años) o una temporada larga de 8 años o más, dependerá de innumerables circunstancias, causas y factores, pero sobre todo estará determinada por la voluntad de Abinader para cumplir sus promesas electorales, las cuales se sintetizan en las tres palabras que pronunció la noche victoriosa: honestidad, transparencia y eficiencia haciendo un gobierno para la gente, citando al líder socialista José Francisco Peña Gómez.
Si Abinader, un joven economista de 53 años, y su baluarte partidario, el PRM, pudieran concretizar la prometida honestidad, transparencia y eficiencia gerencial, entonces habrán alcanzado para la nación una época de abundante expansión económica, mayor fortaleza institucional y disminución de la pobreza.
Porque el reto del PRM y Abinader no parece sencillo: superar la consistente estabilidad macroeconómicas y la lucha contra la pobreza alcanzadas durante los gobiernos del PLD, especialmente en las administraciones del presidente Danilo Medina.
El reto comienza salvando al país de la crisis sanitaria provocada por el Covid-19 y su grave secuela económica en términos de desempleo e inactividad productiva, tareas que requieren del gobernante unificar la nación garantizando la cohabitación política. Se avizora, pues, un ciclo nuevo o una nueva Era.