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“Montado sobre un tigre, difícilmente puede bajarse”. Proverbio chino
En el artículo anterior presentamos el grado de complejidad y volatilidad de la economía mundial. En este nos centramos en China, por su peso en la economía mundial.
En los últimos 30 años, el crecimiento de China ha promediado la increíble suma de 10% anual, sacando de la pobreza a 680 millones de habitantes. El ciudadano chino se caracteriza por su extrema frugalidad, llegando a ahorrar 50% de su PIB (China no tiene plan de retiro), lo que le ha permitido una gran holgura. Con fuertes políticas de expansión, sirvió de soporte a regiones como África y Latinoamérica gracias a un gran incremento de su demanda de materias primas y también de carros, manufactura avanzada, tecnología desde el Occidente y el Sudeste asiático.
El modelo chino se sustentó en una orientación masiva hacia la exportación y la inversión. Se caracterizó por lo siguiente: a) inversión desbordada hacia el sector inmobiliario, creando una espectacular burbuja que ha paralizado la inversión en la construcción; b) un aumento dramático en la inversión en las industrias estatales, creando una gran capacidad ociosa instalada, llegando a 48% de su PIB, 2.8 veces mayor que los países de la OCDE y c) hubo un aumento extraordinario en la inversión extranjera dirigida a la industria privada, la cual es dos veces más productividad que el promedio de la industria estatal china.
El salario mínimo, en el 1995, era apenas 25 centavos de dólar la hora y creció a 10% anual a medida que los excedentes de oferta laboral rural se fueron reduciendo. Actualmente, su salario mínimo es mayor que el de México y mucho más que el nuestro, reduciendo la competitividad de sus exportaciones y demandando un cambio de modelo orientado más hacia el consumo, servicios y manufactura industrial tecnológica. Desde luego, un cambio tan drástico es una labor de varios años.
Debido a la gran crisis del 2008, China creó un enorme programa de estímulos caracterizado por un aumento extraordinario en el endeudamiento, de 158% del PIB a 282% en siete años. El endeudamiento del gobierno central como parte del PIB se mantuvo estable a niveles muy bajos igualmente ocurrió con el consumo personal, el resto de este aumento se orientó a los gobiernos locales, incluyendo los bancos en la sombra, las instituciones financieras y las industrias estatales.
En el 2013, el politburó, además del cambio de modelo, planteó que era fundamental mejorar, drásticamente, la productividad de los préstamos, orientándolo a las inversiones de alta productividad y fortaleciendo el mercado libre. Se pensó que esto significaría una reducción de la presencia dominante de las industrias estatales y un fortalecimiento del sector productivo privado, lo que conllevaba la creación de un mercado accionario fuerte.
El mercado accionario, con una alta inversión estatal, comenzó a crecer rápidamente hasta llegar al 20% del PIB chino (comparado con el 180% del mercado americano) hasta que empezó a decaer, aún con la fuerte manipulación del Estado; esto coincidió con una gran caída del intercambio económico en relación con el moderado crecimiento económico mundial. El gobierno, en adicción, devaluó el yuan un 2% con el fin de aumentar su competitividad, creando expectativas de mayores devaluaciones y reduciendo, a su vez, la percepción sobre la gran eficiencia del gobierno chino, quien persiste en poder mantener el crecimiento de 7%, fundamental para un crecimiento moderado de la economía mundial.
Recientemente, el gobierno anunció, comparado con lo prometido en el 2013, que su cambio sería orientado a fortalecer, con fuerte apoyo financiero, a las grandes industrias estatales eficientes para que aumentaran, sustancialmente, su productividad, eliminando aquellas deficitarias, pero apenas tocaron el sector altamente eficiente de las industrias privadas. Esto hace más compleja la actual situación económica mundial. Pensamos que esto contribuirá a mantener una alta volatilidad y que a nuestro juicio podríamos decir que en los próximos dos o tres años, la única certidumbre será manejar adecuadamente la incertidumbre.
Coordinador técnico:
Iván Kim Taveras.