Cinco diputados de la Comisión Permanente de los Derechos Humanos visitaron ayer la Penitenciaria Nacional de La Victoria, un hecho sin precedente en el Congreso Nacional; sin embargo, debieron abandonar la cárcel con la frustración de no poder entrevistar a ninguno de los reclusos enfermos ni a los que denuncian violación de sus derechos fundamentales con las golpizas que dicen recibir de parte de los agentes del recinto.
El personal de la cárcel esperó a la comisión de diputados con un grupo de unos 60 reclusos bañados, bien vestidos y algunos mostrando relojes de marca costosa.
De los 15 diputados que componen la Comisión Pernamente, acudieron cinco al penal: el presidente de la Comisión, Juan Dionicio Rodríguez Restituyo, y los miembros Franklin Martínez, Gertrude Ramírez Cabral, Heriberto Aracena y Pipín Aquino. Pasada las 9:30 de la mañana, el grupo de los reos acicalados aguardaba a los diputados debajo de una carpa a las fueras del penal, lo que algunos legisladores calificaron de un teatro.
Los presos declararon que todo estaba bien en La Victoria hasta que un reo se levantó de su asiento -indicando ser un hombre cristiano- y expresó que la comida que reciben es de mala calidad y que se quejan porque les suspendieron las visitas de sus familiares por el coronavirus.
En eso, los legisladores recibieron la dramática información de que el penal que alberga unos ocho mil hombres, solo recibe tres mil y pico de comidas y que cuando pasa el carro con las porciones de alimentos, se salva quien pueda. Señalaron que unos presos comen y otros se quedan sin alimentos.