En el espejo de los otros

En el espejo de los otros

Guido Gómez Mazara

Calcar lo malo del Gobierno anterior es establecer las bases del desaliento

Un porcentaje del bestiario político no termina de entender las señales de la sociedad y el marcado interés en depositar en la observación ciudadana la capacidad de condenar los excesos y afán de acumulación.

Por eso, la noción del cambio no puede ser interpretada como un simple ejercicio de desplazamiento del poder del sector que, por 16 años, controló el aparato estatal.

La gente encontró en la propuesta del PRM y sus fuerzas aliadas el mecanismo de expresar electoralmente el hastío contra el PLD. No nos confundamanos al asociar el éxito en la pasada competencia presidencial, municipal y congresional, con una ciega lealtad hacia el partido victorioso porque las modalidades de adhesión enfermiza no representan el sello distintivo de una nueva cultura política en capacidad de cambiar de opciones, siempre y cuando, la gestión no llene las expectativas.  

Aquí, desde el funcionario encumbrado hasta el congresista, regidor y alcalde deben leer con un grado de humildad sus triunfos. Por eso, verse en el espejo de los “otros” allana el camino para desdeñar comportamientos arrogantes y altaneros que terminaron por sepultar una fuerza política que acumuló tanto poder que se consideró indestructible.

La gestión que se inició el 16 de agosto del año 2020 no puede parecerse a la sed por el lucro ni aplaudir manifestaciones de desbordamientos administrativos porque será la pieza de descalificación de todos los ajetreos tendentes a darle un sentido de adecentaniento al Gobierno.

Sepánlo de una vez y para siempre: calcar lo malo del Gobierno de Danilo Medina significa establecer las bases del desaliento, tanto en la militancia como en la ciudadanía.

Ahí radican los niveles de respetabilidad anhelados, ya que en la medida que los deseos de restaurar la economía, impulsar la creación de empleos de calidad, perseguir la corrupción sin distinción de ningún tipo y abrir las oportunidades de participación en el tren administrativo, se apuesta al auténtico y verdadero cambio.

La vocación por restaurar las finanzas públicas y todo el andamiaje de sacrificios requeridos a la gente deben estar asociados con un control y penalización de excesos que, de reiterarse sin sanción, representan el caldo de cultivo de descreimientos fatales y materia prima de franjas adversas a la agenda oficial seducidas por evitar el cerco procesal que se aproxima.

En toda la estructura del Gobierno se debe crear conciencia de cuidar las conductas y desempeños debido a que el arsenal de observación orquestado durante los intensos días de oposición llegaron para quedarse, y presumir que eran herramientas exclusivas del momento electoral, constituyen un acto de subestimación imperdonable.

Tengo la impresión de que no todos los servidores de la administración poseen conciencia y sentido histórico de la actual coyuntura.

Así se explican las locuras de la Lotería Nacional, el retardo de las alcaldías en promover auditorías de los anteriores titulares, la enorme vocación por preservar en puestos claves un ejército de activistas vinculados al PLD, un servicio exterior extrañamente pasivo en desmontar el club de vagos con salarios en dólares sin residir en las demarcaciones donde fueron designados y tantos guardias y policías ocupando posiciones claves y de una  pública relación con el régimen 2012-2020.

Cuando se activan los circuitos opositores y crean en las redes el centro de ataques, la razón política nos obliga con la gestión eficiente y ética. Y es muy sencillo, la intención es “igualarnos” apostando a que lo relacionado con el cambio era pura y simplemente un eslogan de campaña.

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