¡de puro calor tengo frío
¡de puro calor tengo frío,
hermana envidia!
lamen mi sombra leones
y el ratón me muerde el nombre,
¡madre alma mía!
¡al borde del fondo voy,
cuñado vicio!
la oruga tañe su voz,
y la voz tañe su oruga,
¡padre cuerpo mío!
¡está de frente mi amor,
nieta paloma!
de rodillas, mi terror
y de cabeza, mi angustia,
¡madre alma mía!
hasta que un día sin dos,
esposa tumba,
mi último hierro dé el son
de una víbora que duerme,
¡padre cuerpo mío!
-César Vallejo
Pensaba librarme del calor tropical, al salir a mi estancia anual de investigación en Madrid, España. Y llegué a un lugar donde el sol abrasador y las temperaturas fuera de récord se apoderaron de Europa. El calor infernal se apoderó hasta de la fría tierra de Reino Unido. En España, subió tanto la temperatura, que más de 500 personas perdieron sus vidas porque sus cuerpos no resistieron y decidieron descansar para siempre. Los incendios forestales están atacando duramente y los responsables de apagarlos no tienen la capacidad de enfrentar a las temibles fuerzas de la naturaleza. Apagan uno y se destapa otro por otra zona.
El cambio climático, el mismo que el expresidente Donald Trump se niega a aceptar, está afectando nuestro planeta. El deshielo en las zonas de los glaciares es peligroso; las elevadas temperaturas provocan fuego, destruyendo árboles y todo cuanto encuentre a su terrible paso destructor.
Había venido a España en el mes de julio y había sido muy agradable. Calor seco, que, a diferencia de nuestro país, uno no transpiraba. Podías caminar por todas partes sin sudar. En esta oportunidad, el calor es tan intenso y tan altas son las temperaturas que, sin caminar, transpiras, y si caminas una o dos cuadras, te produce una sofocación que piensas que no tendrás fuerza para llegar a tu destino.
Estar encerrado en el pequeño apartamento de alquiler es la solución. ¿Venir a España para encerrarse, con aire acondicionado todo el tiempo con la energía por las nubes? ¿Tiene sentido eso? No, no lo tiene. Curiosa como soy, decidí buscar explicaciones a este cambio brusco en la naturaleza y el clima a nivel mundial.
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Las noticias del mundo señalan que, en París, Francia, la temperatura llegó el 19 de julio a unos sofocantes 41 grados. Los meteorólogos señalaban que posiblemente este sería el pico de la ola de calor que mantenía a la capital gala en vilo. Otras ciudades afectadas en el país galo eran: Lille, Metz, Estrasburgo y Lyon.
Como consecuencia, se han producido incendios que azotan el sur del país en Landiras y La Teste de Buch, departamento de Gironde, que han calcinado más de 19.000 hectáreas y forzado a la evacuación de más de 37.000 personas. Además, fue declarado un nuevo fuego al norte de Burdeos, en Vensac, que ya ha arrasado 70 hectáreas y obligado a evacuar a otro medio millar de personas, y hay otros siniestros en Bretaña y en el sur de Aviñón.
En Bélgica las temperaturas también han subido hasta rozar los 40 grados, especialmente en zonas fronterizas con Francia, donde varias ciudades y regiones también alcanzaban la alerta roja, si bien Bruselas y la mayor parte del país permanecían en alerta naranja.
Uno de los casos más dramáticos ha sido el de Reino Unido. El 19 de julio la temperatura alcanzó un récord en Charlwood, en el condado de Surrey al oeste de Londres, donde el termómetro alcanzó los 39,1 grados, pero podría ser una máxima efímera, porque la oficina de meteorología británica, la MET, cree que el mercurio podría subir aún más.
En Italia las temperaturas han sido altísimas, con 42 grados en el centro y norte del país y el pronóstico de que subirán más a lo largo del verano. Tan fuerte ha sido la ola de calor que han puesto en alerta roja a unas catorce ciudades. incluyendo Bolonia, Florencia, Milán, Génova, Turín y Roma, que hoy registraba 38 grados.
En cuanto a los incendios, la asociación de agricultores Coldiretti habla de tres diarios desde principios del mes de julio. Las regiones más afectadas hasta el momento son Sicilia, Apulia y el sur de Calabria, pero también Roma en cuyas inmediaciones se han declarado varias decenas de fuegos en las últimas semanas: desde enero, han ardido casi 23.000 hectáreas en más de 200 siniestros diferentes.
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El calor ha llegado también hasta Alemania, con temperaturas de hasta 40 grados en el oeste y el sur e incluso en algunos puntos del este, como la propia capital, Berlín, donde lo peor se espera mañana miércoles. Hasta el mes de julio, la máxima registrada en territorio germano son los 41,2 grados alcanzados en julio de 2019 en el núcleo urbano de Duisburg, en Renania-Westfalia.
Y el futuro se presenta sombrío, si hay que hacer caso a las advertencias de la Organización Meteorológica Mundial que desde Ginebra ha asegurado que este tipo de olas de calor serán cada vez más frecuentes e intensas, por lo menos hasta 2060, con independencia de que el cambio climático pueda ser mitigado con mayor o menor éxito.
El mundo tiene que hacer algo. Estamos destruyendo nuestro planeta y el futuro de las nuevas generaciones. ¡Hagamos algo! ¿Qué planeta le dejaremos a nuestros hijos, a nuestros nietos, a los niños del mundo que aún no han sido concebidos? ¡Oh, Dios! De nuevo se interponen los intereses al bienestar colectivo. ¡No podemos quedarnos de brazos cruzados!