En el Museo de Arte Moderno. ¡El espléndido maremágnum retrospectivo de García Cordero!

En el Museo de Arte Moderno. ¡El espléndido maremágnum retrospectivo de García Cordero!

José García Cordero. Sólo el filete les importa. Acrílica sobre lino 200x300cm, 1996. Colección Luís Arturo Carbucia. Cortesía de Lyle O. Reitzel.

El Ministerio de Cultura, la Dirección General de Museos, el Museo de Arte Moderno y la galería Lyle O. Reitzel Arte Contemporáneo, han materializado una sinergia paradigmática de razón ineludible y misión aleccionadora con la muestra retrospectiva “Maremágnum. Alborotos y otros barullos”, del genial, irreverente y admirado artista dominicano José-Chichi-García Cordero (1951), basado en París, Francia, desde hace más de cuatro décadas y quien fuera reconocido en el 2023 con el Premio Nacional de Artes Visuales.

Compuesta por 25 pinturas de formatos respetables, ejecutadas por García Cordero entre 1993 y 2024 y desplegadas en la Sala del Sótano del Museo de Arte Moderno, “Maremágnum. Alborotos y otros barullos”, curada y museografiada con esmero y óptimos resultados por Lyle O. Reitzel, impone su registro como la exposición más rigurosa, brillante y significativa de un artista dominicano en el 2024.

El reducido cuerpo expositivo de “Maremágnum. Alborotos y otros barullos”, incluye una serie de obras magistrales que resultan axiales en la producción global de José García Cordero, caracterizadas por su factura estética impecable, su estremecedora fuerza expresiva y mediante las cuales el consagrado artista precisa su íntima, punzante y espléndida paisajística de la memoria emocional, la fuga identitaria, la devastación ecológica y las pulsiones más sigilosas y abyectas del ser humano.

Me refiero a obras como “La Sorpresa” (1993); “Boat People IV” (1996); “Sólo el Filete les Importa” (1996); “El Perro lambón y su doble en el espejo de Borges” (1997); “Escondite en la Sabana de Popa” (2006); “Litigio Interior. Transfigurado en perro bipolar” (2006); “Atado por la Carne” (1998); “Bosque seco. El día después” (2007); “Bosque rojo encendido (2024); “Mandrágora” (2024) y “Bosque Erótico” (2024).

Sobre estas obras, precisa Lyle O. Reitzel: “Esta colección, propone una inmersión en sus observaciones sobre el cambio, la opresión y el aislamiento en una exhibición cargada de simbolismo y poesía visual. García Cordero conecta profundamente las artes visuales con temas existenciales, culturales y políticos, permitiendo a la audiencia una experiencia íntima y reflexiva sobre la realidad social y su identidad compartida”…

Desde luego, en la pintura de José García Cordero, los valores de los pétalos de sensibilidad poética, artisticidad, reflexión, enigma y fascinación se elevan hasta unos niveles de vitalidad y diversidad significativas que problematizan todo intento de apreciación restrictiva o lectura lapidaria de su excesivo y distintivo caudal simbólico. Y es que estos valores son tan diversos, únicos, excéntricos, rizomáticos y susceptibles que el juicio crítico racional jamás alcanzaría a calibrarlos.

Cuando suscita la carne trémula y eléctrica del Still Life y la deliciosa espectrología del absurdo cotidiano, el instrumental pictórico y poético-operativo de García Cordero, parece como rematado por especies de sables, navajas y puñales conceptuales-lengua de mime, precisamente al maquinar con prodigiosa sutileza estética e imaginativa, su desconcertante fantasmática del espanto autoritario; la tétrica paisajística de la cultura de la violencia, la corruptela política y la abiótica topografía del ecocidio
La concentración en su oficio de taller; la energía de libertad, la poesía, el amor, la fraternidad y la rebeldía espiritual, arden como claves radicales de la fructífera fuga ontológica, lúdica y creadora de José García Cordero. En el trayecto de las últimas cuatro décadas, García Cordero desarrolla una obra signada por su paroxística entonación resolutiva del sistema pictórico representativo; su pasmosa intensidad expresiva y su espesa gramínea metafórica hasta resistir y reafirmarse en la actualidad como uno los más lúcidos taumaturgos del neosurrealismo expresionista latinoamericano y la figuración crítica internacional.

Asimismo, en la obra de García Cordero se establece una perpetua puesta en espejo de las súbitas colisiones entre lo real y lo fictivo; lo físico y lo incorpóreo; la euforia y lo siniestro; el sueño, la evidencia y el deseo. Se trata de una provocación dialéctica alucinatoria que adquiere un ímpetu todavía más fascinante desde su obsesiva invocatoria de los cáusticos biotopos de la anomia sociocultural y el folklore político posmoderno; el flujo explosivo de los signos de la catástrofe y los espacios hechizados de la sorpresa.

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