Hoy viernes 26 de junio del 2020, apenas a nueve días de las elecciones Presidenciales y congresuales que decidirán el destino de la nación para los próximos años, conviene pasar revista a los hechos que han contribuido a definir este proceso dramático.
El PLD accedió al poder por primera vez en 1996, merced a una alianza que entonces parecía contranatura con un balaguerismo desfalleciente, por el gran fraude demostrado que protagonizó contra el PRD en el 1994, por el trasfondo racista del PRSC y el oportunismo galopante de esa organización entonces minoritaria, de apenas once mil militantes, que tomó prestado de sus socios de ocasión para ganar con malas artes esas elecciones.
El PLD, con el estilo que inauguró desde el poder, se dedicó primero a destruir al partido que lo ayudó a triunfar, sonsacando a sus dirigentes y hasta investigando judicialmente al propio Balaguer. En el 2012 haría lo propio con el PRD, al entregarle el control de ese partido a su aliado Miguel Vargas, en contra de lo que decidió la gran mayoría de sus dirigentes, para destruir así a sus rivales principales.
La prepotencia, la corrupción e impunidad a gran escala, la desatención de la salud pública, el desempleo y subempleo, la inversión en la educación instrumentalizada para sacar beneficios en términos políticos y económicos, el caos en el transporte y una deuda casi impagable, son los resultados de la administración peledeista.
Los resultados de las encuestas Gallup, Greemberg y probablemente la última que vendrá de Penn and Bergman, marcan el camino hacia un triunfo aplastante de la oposición a este nefasto estado de cosas en todos los órdenes.
a naturaleza mentirosa de la propaganda oficialista, que es capaz de decir que el antiguo PRD y ahora el PRM se han opuesto a la asistencia social, cuando el Gabinete Social fue organizado precisamente durante el gobierno de Hipólito Mejía que se estableció, junto al Económico y al Institucional, el mismo que la Vicepresidenta no quería soltar. El propio nieto de Juan Bosch, Matías salió al frente con un bien documentado informe del desastre de la atención en salud.
Lo cierto es que lo único que hace falta para sellar la victoria inevitable de Luis Abinader el próximo día 5 de julio, es que se controle la compra-venta de votos y cédulas y que se convenza a los votantes ingenuos, de que el voto es totalmente secreto y de que no se pueden dejar sugestionar por las migajas que pueden recibir de los recursos del estado, ya que el voto es secreto y no deben torcer la voluntad de los electores…