Por: Onorio Montás
Luego de finalizada la “guerra patria de abril de 1965”, yo formaba parte de una “peña” con un grupo de viejos en una casona de madera en la calle Félix María Ruiz, en San Carlos, de un “etílico” poeta Ramón Lacay Polanco. Yo era un adolescente, pero había participado en la “revolución de abril” y trabajaba en una revista con mi amigo Danilo Vicioso, hijo de Diódoro Danilo Vicioso, un experimentado periodista desde los inicios de Listín Diario, mi guía como redactor en el Listín.
En esa “peña”, compuesta además del poeta Lacay y el grandulón Danilo Vicioso, participaban Ramón Alberto Font Bernard, Aliro Paulino hijo, Ramón Lorenzo Perelló y yo.
De ese grupo sale Perelló (el antiguo locutor de Unión Cívica Nacional y creador del burlón estribillo “Balaguer pu-pu”) con el director general Radio Televisión Dominicana, y Font le dice a Perelló: “Onorio va para prensa de RTVD”, que era casi una orden, y así fue. El joven Antonio Gil Iturbídes, quien había sido compañero de curso en la Escuela Superior de Peritos Contadores, era director de Prensa.
Me destacaron de servicio en el Palacio Nacional, en el despacho del mandatario, y en los viajes al interior del presidente, salía Néstor Caro como director de Prensa y era sustituido por César Herrera, gran amigo de mi familia, y una de mis “tareas” era cubrir todas la actividades del presidente y mi horario era de 11:00 a 4:00 y de 7:00 hasta la madrugada el del doctor Balaguer, cuando no había recepción en las embajadas de Fiesta Nacional que el doctor asistía a todas las actividades oficiales fuera de la presidencia, de manera que me convertí en una añadidura de Balaguer, y me preguntaba; ¿y por qué Yo?
Había momentos en que estábamos el presidente y yo, me preguntaba cualquier cosa, que a veces pensaba que era un “gancho” y la primera vez me acerqué al jefe del Cuerpo de Ayudantes Militares, el General Elio Osiris Perdomo Rosario, quien estaba en un pequeño escritorito antes de entrar al despacho general: ¿Qué le digo? El me respondió: ¡Oh, y no es el presidente que le está preguntando…! De ahí en adelante me acostumbré a sus preguntas, como por ejemplo: ¿Quienes están en el antedespacho? Pues, le ponía un “post it” amarillo en una equina del escritorio, pero él ya casi no veía. En muchas ocasiones le preguntaba cuando ingresaban los visitantes: ¿Doctor, me retiro? -¡No, quédese! A partir de ahí, siempre me quedaba.
En una ocasión me preguntó quienes estaban fuera y le dije que José Miguel y Roberto Bonetti, Charles Bluhdorn, Álvaro Carta y Teobaldo Rosell, y tomó su sombrero y se marchó por el despacho contiguo de Bello Andino, y el general les comunicó que el presidente no los podía recibir.
En otras ocasiones, cuando veía entrar a un acicalado joven parecido a Carlos Gardel, Rolando González Buster, un hijo de Luis González Torrado, quien fue asistente del dictador argentino Juan Domingo Perón cuando vino exiliado y se quedó como testaferro de Guaroa Liranzo, y Rolando fungía como intérprete de Balaguer, casi siempre me decía: Quédese, no se retire. Era en las ocasiones en que recibía Bluhdorn, Carta y Rosell, luego González Buster terminó como asistente de Charles Bluhdorn.
Por mis cercanías con el presidente todos sábados, los contratistas de obras del Estado cada uno tenían que mostrarle los avances de las obras que estaban ejecutando, en fotografías, cuando él no había visitado sorpresivamente para verificar el avance y autorizar los pagos de las cubicaciones. Regularmente me contrataban para hacer esas fotos. Recuerdo un episodio del que fui testigo, su gran ilusión lo fue el primer gran parque que construyó el “Parque Mirador del Sur” él siempre lo sobrevolaba los sábados cuando salía al interior, y en un momento notó que los trabajos no avanzaban a la celeridad que él quería y, en un arranque, delante de mí mandó a llamar a don César Herrera y le dijo; César, publica en el periódico un “anuncito chiquito” solicitando un arquitecto de parque o paisajista y pon un teléfono que no sea de aquí. No había respuesta, no aparecía nadie, Benjamín Paiewonsky trabajaba en otros proyectos, y don César se entera que el hijo de un distinguido miembro del Cuerpo de Bomberos de Santo Domingo, don Manolo Valverde, está estudiando en Brasil con Roberto Burle Marx paisajismo y de inmediato se puso en contacto con Manolito Valverde Podestá, y recuerdo que estando yo en el despacho, Don César, Eugenio Pérez Montás, Manolito desenrolla en la alfombra un rollo de papel mantequilla con la terminación del ansiado primer gran parque que hoy disfrutamos la ciudadanía.
Recuerdo las relaciones que establecieron Manolito Valverde y el presidente, que estaba muy ilusionado con el nuevo zoológico que se estaba construyendo en las antiguas minas de caliche de la Cementera en Arroyo Hondo, el arquitecto Valverde lo hacía reír a carcajadas pues cuando llegaba a inspeccionar los trabajos en lo que sería el viejo zoológico siempre le hacía un “cuento colorao” y cuando no lo hacía, le preguntaba, arquitecto: ¿Se le acabaron los cuentos?, frente a la rigidez de Pérez Montás.
En la repartidera y la gran demanda de muchos periodistas y ejecutivos de periódicos de apartamentos en los planes de viviendas del gobierno que se inició con el proyecto de Honduras en los terrenos de la disuelta Policía Montada lo que provocó hasta editoriales de don Rafael y Ornes Coiscou criticando a esos periodistas que provocó muchas consecuencias, hasta expulsiones de miembros del recién creado en 1963, Sindicato Nacional de Periodistas Profesionales (SNPP), en innumerables oportunidades don César me decía que el presidente le había dicho que me incluyera en esas listas, yo nunca acepté y le respondía que yo tenía casa, hasta Comarazamy ya en 1975 cuando se creía que Balaguer no volvería a gobernar me ofrecía de los famosos lujosos apartamentos del proyecto de Bella Vista y la avenida Anacaona donde directores de periódicos, ejecutivos de redacción, afamados comentaristas fueron privilegiados con esos apartamentos y olvidaron de todas las críticas contra los diferentes gobiernos de Joaquín Balaguer.
Justificaban ese otorgamiento conque ese era un “derecho como dominicano” y por ejemplo un director que llamaba “Ñangara” a los que los criticábamos.
Mis viajes al exterior
En una oportunidad doña Norma, secretaria ejecutiva de Ramón Lorenzo Perelló, quien me trataba con mucho cariño -me dice Onorito- me pregunta enterada ella de mis frecuentes viajes a Puerto Rico a donde un grupo numeroso de amigas cercanas de infancia, “exiliadas voluntarias” por la vinculación y apellido de su padre con el régimen de Trujillo. Averigua con ellas de un sitio donde vendan ropas intimas de mujer “Extra Large” para que tú las vayas a comprar en uno de tus viajes. De ahí en adelante, Aníbal Páez, que era el arrendatario de la cafetería de empleados de Radio Televisión Dominicana y con un negocio -ad hoc- de “sacar de apuros” económicos a los numerosos empleados de la gran empresa radiotelevisora, una vieja costumbre desde la época de Petán. Páez tenía una estrecha relación con las hermanas del presidente.
Despues de localizar el exclusivo sitio en San Juan, Puerto Rico mis viajes a la vecina isla se hicieron más frecuentes, los cuales aprovechaba para visitar al comandante Marino Almánzar García (Mayo) y su familia que regularmente coincidía con un numeroso grupo de exmilitares constitucionalista y al nebuloso personaje Sacha Volman.
Me convertí en un gran cliente asiduo de esa tienda de ropa femenina, que me daban grandes descuentos. Esos viajes yo los aprovechaba para traer materiales fotográficos que no aparecían en el mercado local como papel fotográfico mural en rollos y equipos fotográfico, con la seguridad de que cuando llegara al país pasaría por la aduana sin ningún problema.
Ya sin trabajar en Radiotelevisión Dominicana y alejado del despacho y los viajes de presidente al interior del país, y trabajando con Ángel Miolán en la Dirección Nacional de Turismo y al mismo tiempo con United Press Internacional (UPI) fui invitado con el grupo de periodistas que cubría las actividades de la Presidencia a una Cumbre de Presidente de Latinoamérica y el Caribe en la ciudad de Miami, Florida en 1976, en el avión presidencial (un avión de Dominicana de Aviación). Dicha reunión se celebraría en el Centro de Convenciones del Hyatt Regency Coral Gables y tenía como anfitrión al vicepresidente Hubert Humphrey al excusarse Jimmy Carter.
A nosotros nos hospedaron en el Four Seasons Hotel Miami, pero el presidente Balaguer se hospedó en la casa de Guaroa Liranzo en Coral Gables, recuerdo en un encuentro con el presidente de Costa Rica Daniel Oduber Quirós que le tomé una foto con Balaguer ayudándole a subir un escalón desde el césped del patio de esa residencia costera, que de inmediato despaché a Waspix, que eran las oficinas principales en Washington D. C., para las que yo trabajaba, y recorrió el mundo evidenciando los padecimientos visuales del eventual candidato a la reelección a un cuarto periodo presidencial.
Un día antes de nuestro regreso en la habitación que compartía con un colega me encuentro al entrar con 6 neumáticos de autos para mi gran sorpresa pero el colega me explica, al llegar al aeropuerto me doy cuenta que el único que llevaba su equipaje y el transmisor de radiofoto era yo. Todos traían una diversidad de hasta electrodomésticos, que hizo a la escolta llamar al general Mélido Marte para que autorizara la carga excesiva, y este exclamó, ¡Al diablo, suerte que fue una semana! ¡Móntelo…!